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Arce de Talpa, bosque en peligro crítico de extinción

SEGÚN LA GENÉTICA. El arce de Talpa es una especie con 5 millones de años de evolución. (Foto: Agustín del Castillo)

Pasa de mediodía. El Sol domina como viejo dios en la anchura de los cielos despejados de la Sierra Madre del Sur, pero su descenso hasta el suelo es contenido en el dosel de la tupida fronda de árboles que se elevan más de 40 metros, salvo en pequeñas rendijas por donde se cuelan haces de luz que abren las penumbras a un fantástico reino de matices del verde, del rojo, del blanco y del café. Se escucha a lo lejos el sordo ruido de un forzado motor de diésel.

La umbría profanada por la luz exhibe troncos añosos y follaje tierno, hongos y líquenes invasores, musgos adheridos a las piedras por donde fluye agua mansa de ecos apacibles que comienza su paciente recorrido hasta el mar; siguen los helechos y los arbustos, la explosión de las flores del sotobosque, cortejadas por la belleza efímera de las mariposas y los afanes de las abejas.

Luego, tímidos renuevos cuyos troncos frágiles comienzan su competencia por la luz y la energía, música de insectos anhelosos de apareamiento y reproducción, troncos muertos que se pudren de calor y humedad, suelos cenagosos, hilos de arañas ocultas entre los huecos tenebrosos. El operador del camión mete primera para domar la pesada carga y el sonido amenazante desciende sobre la barranca. 

El arce o maple prospera en manchones, sus hojas trifásicas parecen mamparas colgadas de los árboles, con la cara hacia el cielo, o tapizan el suelo y amarillean, su homenaje a la mortalidad; troncos más anchos pueblan el entorno, los encinos, los pinos, los nogales, los ailes, los carpinos, conforman una barrera hasta ahora inexpugnable, sólo sometida por sus persistentes huéspedes, las epífitas, desde orquídeas hasta agaves, cuya variedad de formas en planta y flor es el otro homenaje del bosque: a la exuberancia de la vida. Después, la impiedad de los tábanos y los barrilitos le recuerdan al visitante que aquí se termina el reino del hombre… El camión ya bajó por la brecha, el ruido sordo invadió la contemplación.

Baja uno más, y otro más, y otro más... La brecha se llena de vehículos con grandes troncos de pino que provienen de la parte alta de la cuenca, la zona de La Cumbre de Guadalupe; el olor a combustible mal quemado, a aceites, a humos negros de los escapes destruye por un momento la paz campestre, un poema que será cada vez más imposible siquiera de balbucear: la huella humana ya ha dejado honda marca en este bosque único, área natural protegida (ANP) de apenas 150 hectáreas, donde 40 especies vegetales, muchas de ellas sólo supervivientes en estas cañadas, están registradas como raras, amenazadas o en peligro crítico de desaparición tanto en la norma oficial mexicana 059 como en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

De ese conglomerado, destaca el arce o maple, descubierto hace menos de 20 años. Es una forma de vida con 5 millones de años de evolución en aislamiento, solamente en los bosques costeros de Jalisco. La especie, Acer binzayedii, sólo ha sido encontrada en dos manchones, uno pequeño en la Sierra de Manantlán, 100 kilómetros al sur, y el más amplio de esta barranca, conocida como Ojo de Agua del Cuervo. 

Clasificado “en peligro crítico de extinción”, para la UICN significa que en tres generaciones podría desaparecer para siempre de estas barrancas donde nace el río Talpa.

Los camiones siguen su ruta montaña abajo y regresan los silencios silvestres. Las nubes se acumulan al caer la tarde y le devuelven a la cañada su epíteto: “bosque de niebla”, aquella floresta donde el Sol no es el dios indiscutido, las sombras y la humedad tejen un entramado de vida cuya diversidad por hectárea, dicen los ecólogos, sólo puede ser disputada por las selvas húmedas intertropicales.

LA MECÁNICA DE LA EXTINCIÓN

Yalma Varga Rodríguez es una botánica de la Universidad de Guadalajara (UdeG) con maestría en la Universidad Estatal de Luisiana. Entre sus credenciales tiene ser codescubridora, con el biólogo Antonio Vázquez, del bosque mesófilo de montaña de Ojo de Agua del Cuervo, donde el hallazgo más importante fue el arce, un árbol propio de los bosques caducifolios de América del Norte y China. Durante mucho tiempo se pensó que era la misma especie de arce o maple de otros bosques de niebla de México y Centroamérica. Pero después comprobó que se trata de una especie única.

“Pueden existir varios tipos de especiación; una de las hipótesis que nosotros hemos propuesto es si pudo haber, cuando llegaron los arces provenientes, primero de China a América del Norte, luego a México, migrando quizás por la Sierra Madre Occidental hacia esta región, y por otro lado, toda la migración que existió desde Estados Unidos hacia Tamaulipas, Veracruz y América Central; las condiciones ambientales del occidente y del oriente de México son diferentes, en el oriente hay mayor humedad y esta ha permitido que exista mayor conectividad; entonces pensando que, durante la última glaciación, hay evidencias de que había flujo genético con el polen, entre los arces del sureste de Estados Unidos hacia Tamaulipas, Chiapas e incluso Guatemala (…) el flujo genético es el mayor homogenizador de las poblaciones; sin embargo, los arces que llegaron al occidente de México, Talpa y Manantlán, por muchos factores geológicos, la formación del Eje Neovolcánico entre estos, conformó barreras que empezaron a aislar las poblaciones”, explica en entrevista con NTR.

Al no haber influencia natural entre los arces del oriente y del occidente, “fueron diferenciándose, surgieron diferencias en morfología floral, de tal manera que la estructura reproductiva cambió, y eso, con base a los datos genéticos que encontré, podría ser desde hace 5 millones de años, al menos, cuando se dio esa separación: una especie separada, pero en condiciones climáticas más secas, ha hecho que las poblaciones se empiecen a contraer, existe cierta evidencia fósil, de que el arce aquí en el occidente estaba más ampliamente distribuido, pero ahora son dos pequeños parches”.

- ¿Qué significa que se haya clasificado el arce occidental “en peligro crítico de extinción”?

- La UICN establece en esa categoría a las especies que se estima que en tres generaciones podrían desaparecer, bajo ciertas condiciones; si al problema de la reducción de la distribución que ya tenía, asociamos ciertos factores de uso de suelo de la zona, de extracción excesiva de madera en los bosques contiguos, que son claves para la regulación climática que permite existir a un bosque de niebla, la desaparición puede ser incluso más rápida.

El bosque de arce de Talpa tiene al menos 40 especies vegetales bajo norma, “también hay un porcentaje de anfibios y reptiles, de un 14 por ciento, por ejemplo, y están los hongos, entonces es por eso que esa cañada es tan importante, pero precisamente es de las más diversas de Jalisco; por eso no se debe manejar esa zona como si fuera tierra de nadie”.

Menos de un kilómetro antes de llegar a la carretera Talpa-Llano Grande, siete camiones con madera se han detenido y sus operadores se bajan, impacientes, como a la espera de algo. “Seguro no traían guías y no podían mover su carga hacia el destino final”, estima un prestador de servicio técnicos de la zona. El reino del hombre en estas montañas está dominado por bandas criminales. Y uno de sus negocios activos es la madera, que desde 2017 sale a raudales, frecuentemente sin permisos, desde los montes más intrincados de una orografía, hasta hace pocas décadas, remota y olvidada.

Único en el mundo

. Durante los primeros muestreos realizados hace 19 años, “se consideró que la única población con una estructura de plántulas y juveniles de arce azucarero que aseguraba la existencia de la especie a largo plazo era la de Talpa de Allende. Sin embargo, muestreos posteriores demuestran que la presión antrópica disminuye aceleradamente la densidad de plántulas y juveniles, produciendo una población susceptible a la extinción local”

. En la cañada de Ojo de Agua del Cuervo, “la altura y densidad de plántulas y juveniles de Acer binzayedii está relacionada principalmente con las variables de suelo: pH, calcio, magnesio y textura de suelo. La textura, particularmente limos ricos en nutrimentos, son importantes para sobrevivencia y crecimiento de plántulas y juveniles de la especie”

. “El número de plántulas y juveniles del arce azucarero ha disminuido en 88 por ciento en 14 años. Las parcelas permanentes georreferenciadas y mapeadas se establecieron en  2001, a lo largo y adyacente al sendero del Ojo de Agua del Cuervo. Se realizaron cuatro mediciones en el periodo de 2001-2015”

. “Utilizando la información del genoma nuclear y de cloroplasto, se documentó una disminución constante del tamaño poblacional efectivo del arce en el occidente de México, desde un periodo glacial del Pleistoceno medio, hace casi 250 mil 000 años”

. El linaje de la población de Talpa de Allende y de la Sierra de Manantlán “divergieron en el Plioceno y se han mantenido sin conectividad ni flujo genético del resto de poblaciones en México y Centro América. Esto indica que las poblaciones en Jalisco son unidades evolutivas únicas y son diferentes a las otras poblaciones de México y Guatemala”

Fuente: Texto del equipo de investigación de la UdeG coordinado por Yalma Vargas

“Si al problema de la reducción de la distribución que ya tenía, asociamos ciertos factores de uso de suelo de la zona (…) que son claves para la regulación climática que permite existir a un bosque de niebla, la desaparición puede ser incluso más rápida”
Yalma Varga Rodríguez, botánica de la UdeG

Problemáticas

Otros de los dolores de cabeza del bosque de Talpa son la tala y la existencia de bandas criminales

 

Segunda parte: Histoira de cómo la plaza se apropió de la madera

da/i