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3 de 3

Hoy me mostraré propagador. Diversas organizaciones ciudadanas, académicas y empresariales están impulsando que la iniciativa 3 de 3, presentada en febrero del año pasado, se convierta en ley. Se han realizado campañas para recolectar firmas, mostrar el apoyo ciudadano y el interés de la población para que esto suceda. Se está buscando generar una masa crítica suficiente para evidenciar el interés ciudadano y su urgencia. Lo que faltaría es la voluntad política para que esto suceda. ¿Sucederá?

La idea es que con la firma de los ciudadanos interesados (http://ley3de3.mx/#firma) se presente una iniciativa ciudadana de ley, para que el Congreso discuta una legislación que combata la corrupción. Se trata de una iniciativa simple y sensata: hacer pública la declaración patrimonial, la declaración fiscal de los últimos cinco años y la declaración de intereses. Se trata de transparentar. El Instituto Mexicano para la Competitividad (@imcomx), en octubre de 2015, anunciaba que la corrupción costaba entre dos y nueve puntos del Producto interno Bruto del país, alrededor de 1.5 billones de pesos, más o menos 45 veces el presupuesto anual de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Me parece que la llamada clase política nos debe mucho. Su desfalco ha sido en distintos frentes, no solo económico. El financiero es el más evidente y el materialmente identificado, pero se ha robado mucho más que eso. Se ha robado nuestra confianza. Confianza que ha sido mellada una y otra vez, en cada sexenio, en cada trienio, en cada administración y, tras la llamada alternancia, la esperanza parece apagarse una y otra vez. Abuso tras abuso, escándalo tras escándalo, desfalco tras desfalco.

Este abuso de confianza ha llevado a que hoy, incluso esté en cuestión el sistema democrático y sus representantes, el sistema de partidos. El abuso de confianza se ha robado la solvencia económica de más de la mitad de la población mexicana y ha puesto en dificultades al resto. No cuento, por supuesto, a quienes rodean al poder y a quienes de él se sirven. A ellos esta iniciativa les resulta incómoda, beneficios y arengas de por medio.

Cuando sale a la luz algún nuevo escándalo por malversación de fondos, desfalco, enriquecimiento ilícito, etcétera, el ciudadano de a pie voltea y repite, “todos son iguales, no importa el color, todos son de la misma calaña.” Duro, ¿no es así? Sí que lo es. ¿Cierto? Caray, lamentablemente son muchos más los casos en los que esto se ha hecho evidente de los que puede soportar la salud financiera y moral de nuestro país. Nuestros compromisos financieros cada vez son más pesados y nuestra esperanza moral más endeble.

El desfalco ha sido mayúsculo. Nuestra nación, siguiendo a la filósofa valenciana Adela Cortina, está desmoralizada y la actitud de nuestra clase política no hace sino favorecer la tendencia.  Se dice que el valiente vive hasta que el cobarde quiere. Sin tratarse aquí de valientes o cobardes, aunque sí de víctimas y victimarios, sí de abusivos y abusados, sí de agravio, de injusticia, de impunidad y corrupción. ¿Qué es lo que está en nuestras manos?

La iniciativa 3 de 3 no resuelve el problema, sería ingenuo pensarlo. Lo único que haría es mostrar públicamente un ambiente más transparente, por lo menos esa es la promesa, frente a la turbiedad con la que se tratan muchos asuntos de interés público. La iniciativa busca desalentar un manejo dudoso que dé lugar a decisiones desde lo oscurito; pretende, si lo buscamos, enterarnos para exigir claridad frente a las decisiones que atañen a los asuntos de interés político.