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Lectura, hábito indispensable

México carece del hábito de la lectura y queda reflejado en encuestas y estudios publicados entre muchos, por la UNESCO, CONACULTA, la Encuesta Nacional de Lectura y Redacción, el Instituto Nacional para la Evaluación Educativa y los resultados del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE (PISA, por sus siglas en inglés). Basta conversar para deducir quién lee y quién no. Hay consciencia de las bondades de la lectura, y a las personas les apena descubrirse como no lectores y mienten cuando se les cuestiona sobre dicha actividad quedando al descubierto al desconocer o confundir títulos, autores y sinopsis.

Los resultados de las encuestas varían y ningún resultado es alentador. Según cifras, 70 por ciento de los mexicanos no lee, 85 por ciento tiene pocos libros, 35 por ciento nunca ha leído un libro –pasamos de 1 a 2.9, y de éste, a 5.3 libros leídos al año en promedio– los maestros no leen habitualmente y no promueven la lectura; 17 por ciento lee en esparcimiento, 65 por ciento no le gusta leer, 1.8 por ciento lee por necesidad.

Antes que leer, el mexicano verá TV, hará deporte, convivirá con la familia y amigos, escuchará música, navegará por Internet e ingresará a redes sociales. Hay quienes expresan que las encuestas son pesimistas, argumentando la existencia de libros y lectores digitales. Las instituciones contradicen indicando que 4 por ciento es lector digital. Los menores de 30 años consultan diariamente redes sociales e Internet gracias al smartphone.

México lee revistas, cuentos, periódicos antes que libros con contenido cultural o literario. Enciclopedias y diccionarios han pasado a ser artículos decorativos que pocos consultan ante Google, buscadores y asistentes personales en celulares que, sin teclear, otorgan información. 

Resultados de evaluaciones internacionales y nacionales coinciden en la necesidad de incrementar la lectura ante la reprobación en las pruebas PISA de la OCDE, con resultados por debajo de la media y los últimos lugares internacionales, ligeramente, superando a Uruguay, Brasil, Colombia, Argentina y Perú.  Ante esta realidad, es importante emprender acciones en casa y en la escuela, sabiendo que la lectura genera cultura, socializa, instruye, promueve el razonamiento, sensibiliza, otorga competencias intelectuales, incrementa el léxico, mejora la ortografía y la redacción.

La lectura es un proceso de socialización y se adquiere por modelamiento. La lectura debe ser un proceso disciplinario y también recreativo. Algunos buenos hábitos iniciaron por imposición y se volvieron una necesidad o un placer indispensable con el tiempo: lavarse los dientes, bañarse, hacer deporte, alimentarse sanamente, la  puntualidad. Labor que inició con los padres. Algo similar debe suceder con la lectura.

La escuela debe realizar acciones como tener 30 minutos diarios de lectura a la hora de la entrada, involucrando a todo docente independientemente de su perfil, y no una labor exclusiva del maestro de español. En preescolar y primaria se debe llevar familiares de los alumnos a leer un cuento o una gran historia. Existen plataformas digitales lectoras que llevan un registro de minutos de lectura, evalúan la comprensión lectora y la lectura oral facilitando la labor docente.

Los alumnos deben leer mínimo un libro mensual y generar reporte final, contestar preguntas de comprensión lectora y actividades que muestren sus avances: dibujos, completar la lectura, inventar un final distinto, añadir un personaje, según sea la creatividad del docente. Organizar lectura oral, en voz alta una vez a la semana, evaluando dicción, volumen, ritmo, entonación y acentuación. Llevar registro de velocidad lectora y ser un índice en su boleta de calificación oficial.

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