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Paul Auster, filósofo de la ficción

Sin periodistas en el mundo nosotros seríamos presas de todo tipo de manipulación, de mentiras, de demagogia…

Paul Auster en la FIL

 

El primer libro que leí de Paul Auster fue el de Viajes por el Scriptorium, que narra la historia de un anciano, Mr. Blank, quien se despierta en una habitación sin recordar quién es ni cómo llegó allí. La habitación está llena de documentos y libros que parecen estar relacionados con su vida pasada, pero no puede entender su significado. A medida de que intenta descifrar su identidad y su propósito, interactúa con varios personajes en la habitación y experimenta flashbacks de su vida anterior. La novela explora temas de memoria, identidad y el proceso de escritura misma, dejando al lector con preguntas sobre la naturaleza de la realidad y la ficción.

Con esa novela me enganché en la obra de Auster. Luego vino Timbuktu, Diario de invierno, Sunset Park, El palacio de la luna, Informe del interior (no necesariamente en ese orden); sin embargo, la que más me impactó por su narración y por su extensión (más de 900 páginas), fue 4 3 2 1, una ambiciosa novela sobre la vida de Archie Ferguson en cuatro versiones alternativas, cada una basada en diferentes elecciones y circunstancias que moldean su destino. A lo largo de las páginas, Auster examina temas como el destino, la identidad, la familia y el poder del azar. La novela ofrece una rica y detallada exploración de la vida del protagonista y de cómo las elecciones individuales pueden alterar drásticamente el curso de una existencia (como el aleteo de una mariposa).

A manera de anécdota, Auster narra en un texto –publicado en el The New Yorker en diciembre de 1995 (“¿Por qué escribir?”)– la razón de por qué se convirtió en escritor. Para ello relata cuatro supuestas coincidencias, aunque al fin son destino. El último texto describe su asistencia a un encuentro de beisbol. Aficionado al equipo Gigantes de Nueva York, se tarda en salir del estadio y, al quedar una sola salida, aparece la figura mítica de Willie Mays. Ni tardo ni perezoso, le pide un autógrafo. Para su desgracia, nadie cargaba un lápiz y no logró recabar tan preciada firma. Por eso escribió: “Si tienes un lápiz en el bolsillo, es muy probable que algún día te sientas tentado a empezar a usarlo... así es como me convertí en escritor”.

Su vida no estuvo exenta de tragedias. Al igual que con Carlos Fuentes, en 2022, su hijo Daniel fue encontrado muerto por una sobredosis en el metro de Brooklyn. El hijo de Auster se encontraba acusado de homicidio por la muerte, también de sobredosis, de su hija de tan solo 10 meses.

Auster murió a los 77 años dejando un legado en la literatura reconocido por su innovación narrativa, su exploración de temas profundos y universales, su representación nítida de la ciudad de Nueva York y un impacto duradero en la escena literaria internacional.

Descanse en paz.

X: @Ismaelortizbarb

jl/I