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Mujeres en pie de paz: algunas notas

Construir paz demanda poner en entredicho verdades que hemos dado por establecidas en la sociedad contemporánea. Muchas de estas “verdades”, ancladas en prejuicios, sirven para mantener las desigualdades entre mujeres y hombres. Debates actuales sobre el patriarcado o los feminismos están haciendo tambalear “el orden social”, pues la cultura machista en la que se nos ha socializado se presenta como un muro difícil de traspasar. Afortunadamente la cultura no es monolítica: a la vez que constriñe la forma de pensar y actuar, ofrece posibilidades para relacionarnos de otras maneras.

El patriarcado es una estructura social donde las características del varón se han asumido como paradigma de la sociedad y las leyes en el que se fundamenta todo tipo de autoridad. Es dualista, al igual que la moral que impone, y sostiene que solo es posible mantener el orden social mediante una jerarquización donde las mujeres ocupan un lugar secundario o subsidiario. Pero el patriarcado solo es un momento más en la historia de la humanidad que hoy está sentado en el banquillo de los acusados. El feminismo, por su parte, es una de las perspectivas más útiles para afrontar el dominio patriarcal. Trata de ir más allá de la mera diferencia sexual para generar otros modelos de pensamiento, otros sentidos e interpretaciones. Se plantea como un compromiso para transformar las situaciones de subordinación y desigualdad que experimentan las mujeres. Los distintos feminismos… cuestionan las oposiciones binarias y las lógicas colonialistas, la neutralidad y la separación entre objeto y sujeto de conocimiento, el dogma de la libre elección de las condiciones de vida.

Al tomar conciencia de lo que implica el pacifismo feminista descubrimos en la mitología griega que Eirene (diosa de la paz), es hermana de Dike (diosa de la justicia) y de Eunonía (el bueno gobierno) y que las tres son hijas de la diosa de la balanza (Themis); es decir: buen gobierno, paz y justicia, entidades femeninas, son herederas y constructoras del equilibrio en las relaciones humanas. Constatamos también el error generalizado que existe de considerar a las mujeres como “pacíficas por naturaleza” y a los hombres como violentos bajo el mismo argumento. Ni la biología ni la genética nos condicionan para actuar en uno u otro sentido. Violencia y paz son decisiones que libremente asumimos en lo individual y colectivo. En sentido similar caímos en cuenta que no todos los movimientos feministas son pacifistas, ni todos los pacifismos buscan promover el feminismo. Lejos de verlos como contrapuestos, queda claro que las luchas sociales de las mujeres se ponen en marcha desde puntos de partida no necesariamente homogéneos. Así mismo, nos cuestionamos las consecuencias que acarrea el que el pensamiento sociológico haya sido formulado casi exclusivamente por “los padres de la Sociología” (Hegel, Kant, Marx, Weber, Parsons, etc.) excluyendo explícitamente las perspectivas de las mujeres.

Con estas notas quiero celebrar el día de las madres que día a día afrontan el dominio patriarcal y luchan por construir sentidos de vida más incluyentes para todas y todos.

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jl/I