Durante la semana pasada el presidente electo López Obrador presentó su propuesta de reingeniería del gobierno federal. La propuesta es importante porque busca dotar al gobierno de mayores capacidades. Sin embargo, así como está planteada será insuficiente para construir un gobierno federal con las capacidades necesarias para implementar la cuarta transformación. Me explico.
En mi trabajo de investigación académica he venido insistiendo en que dotar de capacidades a un gobierno es como construir una mesa de tres patas. Para sostenerse, una mesa de estas características necesita tener las tres patas todo el tiempo. Si faltan una o dos de esas patas, inevitablemente la mesa se caerá. Cada una de esas patas representa una diferente dimensión que debe de abordarse en la construcción de capacidades de un gobierno: 1) la dimensión organizacional, 2) la dimensión financiera y 3) la dimensión institucional.
La dimensión organizacional implica dotar a los gobiernos de los recursos humanos adecuados y de formas efectivas de organizarse para implementar sus políticas. Es decir, significa que los gobiernos deben tener la suficiente cantidad de gente con la preparación adecuada para desempeñar sus puestos. También deben tener una forma de organizarse que les facilite hacer lo que tienen que hacer. Además, esos recursos humanos se deben desplegar en formas eficientes para que el gobierno pueda llegar a todos los lugares a los que tiene que llegar.
La dimensión financiera significa que los gobiernos deben contar con los recursos económicos suficientes para implementar su mandato. De nada sirve tener la mejor plantilla de servidores públicos si no se tiene dinero para implementar los programas. Construir capacidades en la dimensión financiera requiere los mecanismos para asegurar el flujo de recursos económicos hacia el gobierno. Esto se puede lograr de formas muy diversas. En las democracias liberales esto normalmente toma la forma de elevar las capacidades de recaudación de los gobiernos para recabar más impuestos. En las economías planificadas esto normalmente implica fortalecer las empresas estatales para generar más ganancias y dotar de más recursos al gobierno central.
La dimensión institucional es la más complicada de explicar, pero también es la más importante. Por un lado, esta dimensión implica adaptar el marco jurídico para que el gobierno esté legalmente facultado para hacer lo que tiene que hacer. Por otro lado, también incluye adaptar las leyes y reglamentos para que los recursos organizacionales y financieros que el gobierno necesita puedan fluir hacia donde tienen que fluir. En pocas palabras, la dimensión institucional implica que el gobierno se genere condiciones legales favorables para implementar sus políticas.
Visto desde la analogía de la mesa de tres patas, la reingeniería recién anunciada se enfoca exclusivamente en la dimensión organizacional. Se plantea definir cómo es que el gobierno federal se va a organizar, reconfigurar dependencias, cambiarles el nombre, trasladar responsabilidades, entre otros aspectos organizacionales. Sin embargo, la reingeniería no incluye una estrategia para dotar al gobierno de los recursos financieros que va a necesitar, ni para generar las condiciones legales que faciliten que haga lo que tiene que hacer.
Desafortunadamente, el concentrarse en la dimensión organizacional dejando de lado las dimensiones financiera e institucional es demasiado común. En lugar de enfocarnos en construir esas otras dos patas tendemos a creer que un gobierno con mayores capacidades organizacionales será capaz de resolver sus problemas financieros y legales. Pero aún hay tiempo. Esperemos que la cuarta transformación no se quede en un simple reacomodo organizacional.
Coordinador del Laboratorio de Innovación Democrática (LID)
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JJ/I
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