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(Foto: Especial)
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Unos cuantos tubos de acero galvanizado y conocimientos básicos de herrería es lo mínimo que necesita para fabricar un arma de fuego artesanal, casera o hechiza. No se trata de un juego, pues algunos de estos artefactos han sido empleados en asaltos, según reporte de las corporaciones policiacas.
El antecedente en el uso de este tipo de armas se remonta a unos 25 años, cuando se conformaron las pandillas en las colonias vulnerables de Guadalajara, cuyos integrantes las usaban en rencillas o las peleas por los territorios.
Su uso en la actualidad es evidente. En lo que va de 2018 la fiscalía y las corporaciones policiacas de Guadalajara, Tlaquepaque, Tlajomulco y Zapopan intervinieron en 16 servicios donde detuvieron a 21 personas que portaban 16 armas de fuego descritas como de fabricación casera.
Entre las armas hechizas aseguradas por los elementos policiacos se encuentran diez armas cortas (siete de calibre 22, una calibre 45, otra 380 y una más de la que no se especificó el calibre) y cuatro rifles (dos calibre 12, uno calibre 16 y dos más de los que no se especificó el calibre).
La mayoría de estos aseguramientos fueron en contextos de portación de armas de fuego hechizas, y sólo en tres casos estos instrumentos estuvieron vinculados a robos y asaltos.
En este sentido, ni la fiscalía ni las corporaciones policiacas discriminan entre armas de elaboración industrial o hechizas en las armas aseguradas, por lo que no es posible saber con certeza cuántas armas hechizas han sido empleadas en lesiones y homicidios.
El truco
Son incontables las armas que ha examinado el experto en balística Sergio Palacios Reynoso, primero en la antigua Procuraduría General de Justicia de Jalisco y luego en el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF) donde labora como director de laboratorios después de varios años al frente del laboratorio de balística.
Palacios Reynoso recuerda en especial uno de los servicios a los que acudió en la década de los noventa: tras un motín en el Penal de Puente Grande, se localizó algo que en ese momento pareció fuera de serie. Se trataba de un arma de fuego de fabricación muy rudimentaria, pero efectiva.
El artefacto se componía de dos tubos unidos con soldadura, uno de los cuales tenía por la parte media una base a la que le habían colocado un clavo a manera de percutor.
“Si este artefacto cumple con la función de alojar, percutir e impulsar proyectiles por medio de la deflagración de la pólvora, ese artefacto tiende a ser un arma de fuego”, señala Palacios Reynoso.
“Para hacer un arma hechiza usas un tubo de acero galvanizado de los que se utilizan para la tubería de agua o gas en las casas”, señala Juan, fabricante de armas hechizas.
Lo que se busca con estas armas, destaca Palacios Reynoso, “es causar el daño o, de alguna manera, provocar cierto temor en las personas a las que amenazas con utilizarlas”.
Para entender el contexto que da pie a la fabricación de este tipo de armas de fuego, el jefe del Departamento de derecho privado del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara, Rogelio Hernández Barba, describe primero dos tipos de delincuencia: la no convencional y la convencional.
Si la primera es la delincuencia organizada, la segunda es aquella que ejecuta aquellos delitos “que se comenten en el núcleo del derecho penal, es decir, pandillerismo, robo, asalto homicidio, lesiones”, explicó el investigador.
Quienes se dedican a la delincuencia convencional generalmente no tienen dinero o estructura para conseguir armas; ante el impedimento económico, fabrican o piden que se les fabriquen.
El uso de armas de fabricación casera se concentra entre las pandillas, pero también entre los asaltantes, señala Hernández Barba. Su uso se inscribe en “el primer paso para seguir en la carrera criminal”: después de algunos atracos en los que son auxiliados por un arma de fabricación casera, consiguen dinero y logran compran una en el mercado negro.
Una pistola hechiza en mil pesos
Juan es un experto en la fabricación de armas hechizas. Bajo este seudónimo, explica a El Diario NTR de Guadalajara que construir este tipo de instrumentos reporta una mínima ganancia.
“Este negocio no es rentable ya que el mercado se concentra en barrios; son frecuentemente utilizadas para intimidar en un atraco o en algún enfrentamiento entre rivales”, asegura.
El armero, que cuenta con varios años de experiencia, estimó que una pistola de fabricación casera llega a costar un promedio de 5 por ciento del valor de una comprada legalmente y con permiso de la Secretaría de la Defensa Nacional.
De acuerdo con Rogelio Hernández Barba, jefe del Departamento de derecho privado del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara, el precio de un arma de fuego legal se podría fijar en un promedio de 20 mil pesos, por lo que una pistola hechiza alcanzaría un valor de mercado de mil pesos.
Juan afirma que el uso de este tipo de armas es usual en colonias o barrios conflictivos o con alto índice de criminalidad ya sea en Guadalajara, en Tlaquepaque o Tonalá.
Sus compradores son “vándalos, no profesionales; no es cuestión de que hagas 10 armas y salgas a venderlas a la calle. Casi toda la gente que usa un arma hechiza es porque la mandó a hacer; se hacen bajo pedido”, asevera Juan, quien agrega que en el mercado negro cada vez es más accesible el armamento de fabricación industrial.
“Es muy fácil que alguien consiga como si nada una (calibre) 38; tiene más estirpe, es más confiable y los delincuentes la pueden conseguir con dinero en efectivo”.
Habilidades específicas
Vecino de un barrio tapatío, Juan conoce de soldadura y herrería, pero estos conocimientos no bastan para ser un “promotor” o fabricante de armas hechizas; se deben tener habilidades para convertir materiales cotidianos en armas de fuego.
A cualquier herrero o soldador puede parecerle sencillo soldar dos tubos o instalar un percutor y los mangos para sujetar el artefacto; es más complicado, sin embargo, emplear correctamente un corcho para amortiguar el retroceso que se produce cuando el percutor golpea el cartucho.
Juan detalla que 90 por ciento de las armas de fabricación casera son escopetas. Sin embargo, también es posible hacer estos instrumentos para calibres 38 y 38 especial, los más comunes en México. La variedad también se extiende al calibre 9 milímetros, el más usado en los Estados Unidos y varios países de Europa.
No obstante, las armas hechizas tienen riesgos hasta para su portador. Entre las carencias de un arma hecha en un taller frente a las armas de fabricación industrial se encuentra el hecho de que no tienen una buena dirección, por lo que al expulsar los clavos la pólvora o el cartucho pueden ocasionar un daño al que realiza el disparo.
Sergio Palacios Reynoso, director de laboratorios del IJCF, destacó que los fabricantes de estas armas no contemplan la resistencia; “los materiales no resisten las altas presiones al generarse los gases producidos por la acción de la aguja percutora sobre el cartucho, lo que podría causar daño”.
“Si este artefacto cumple con la función de alojar, percutir e impulsar proyectiles por medio de la deflagración de la pólvora, ese artefacto tiende a ser un arma de fuego”
Sergio Palacios Reynoso, director de laboratorios del IJCF.
En cualquier parte
Los aseguramientos de armas hechizas se reportaron en cinco colonias de Guadalajara (Santa Mónica, Mezquitán, San Andrés, Agustín Yáñez y Del Sur); en cuatro colonias de Tlaquepaque (San Pedrito, Las Juntas, La Duraznera y Francisco I. Madero); en La Tijera, Santa Fe y Rancho Santa María, en Tlajomulco, y en las colonias El Fortín y Paseos del Sol, en Zapopan.
da/i
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