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De malas. Jalisco ha acumulado en los �ltimos tres a�os los peores registros de su historia en materia de incendios forestales. (Foto: Jorge Alberto Mendoza)
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Jalisco ha acumulado en los últimos tres años los peores registros de su historia en materia de incendios forestales: las 312 mil hectáreas sumadas de extensión siniestrada de las temporadas 2016, 2017 y 2018, equivalen a 10 tantos el bosque La Primavera, a casi 5 tantos la superficie del Área Metropolitana de Guadalajara o si se quiere ver en perspectiva nacional, a 80 por ciento de la superficie del estado de Tlaxcala.
Obviamente, esto no significa que esa enorme superficie se haya perdido: en la mayor parte de los casos, el fuego tuvo impactos menores sobre bosques y selvas, aunque la recurrencia de incendios genera un crónico empobrecimiento de la biodiversidad, la pérdida de fuentes de agua y de suelo fértil.
De acuerdo al diagnóstico de expertos e instituciones, el problema nace de dos grandes factores: el primero, y más grave, es el aumento de las temperaturas, un indicio claro de que esta región del mundo ya padece los efectos del cambio climático global. Más calor, menos humedad, generan más combustible para el fuego.
El segundo tiene que ver con el modo en que localmente se maneja el tema del fuego. Aunque existen normas que prohíben quemas agrícolas sin notificar a las autoridades locales y federales, lo cierto es que los agricultores se van “por la libre” en ese tema. La paradoja es que el estado ocupa el ´primer lugar en la estadística nacional de producción alimentaria, y aporta por arriba de 12 por ciento del producto interno bruto del país en el tema. La agricultura y ganadería, como ejes de la producción primaria, son dependientes de los ecosistemas naturales. Quiere decir que si su modo de producción afecta los bosques y las selvas, en esencia, es un atentado contra sus propias bases económicas.
La nueva administración estatal se ha puesto como objetivo lograr que las medidas preventivas minimicen los daños. Para ello se necesita profundizar en un programa estatal de manejo de fuego, advierte el titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial, Sergio Graf Montero. La integración productiva a esquemas de internalización de costos ambientales es un trabajo que ya arrancó con las juntas intermunicipales de medio ambiente, que caminan a esquemas de agroforestería que buscan conciliar la conservación con la generación de riqueza. Es una transición obligada ante el creciente problema de las altas temperaturas.
¿Qué espera en materia de incendios forestales en 2019? Los pronósticos del Servicio Meteorológico Nacional señalan que mientras enero y febrero tendrán una mayor humedad al promedio, y esto ayudará a mantener controles, en marzo se espera humedad por abajo de la media, y esto genera preocupación. No obstante, Jalisco apunta a ser poco beneficiado con esta humedad en enero, mientras en febrero tendría más lluvia.
“Para realizar el pronóstico se tomó en cuenta: Noviembre las temperaturas de la superficie del mar se mantuvieron por arriba del promedio (…) los pronóstico de diferentes modelos climáticos indican 90 por ciento de probabilidad de que se presente El Niño en los meses de invierno 2018-2019. Las oscilaciones invernales han favorecido el desplazamiento de la corriente en chorro hacia el territorio generando más frentes fríos y tormentas invernales. Repercute en descenso de temperaturas y nevadas en regiones del norte y centro del país. El pronóstico indica que estas condiciones se mantendrán hasta finales de febrero”, señala el pronóstico oficial.
Añade: “En enero el promedio de lluvia acumulada a nivel nacional es de 24.7 mm de acuerdo a la climatología 1981-2010. El pronóstico para este mes prevé un acumulado mensual de 26 mm, que representa 5.2 por ciento por arriba del promedio. Se esperan lluvias por arriba del promedio en Zacatecas, San Luis Potosí, Querétaro, Hidalgo, Estado de México, Tlaxcala, Ciudad de México, Morelos, Puebla, Veracruz y Tabasco así como en regiones al oriente de Chihuahua, de Durango y de Aguascalientes, norte y sur de Coahuila, centro de Nuevo León, norte de Tamaulipas y de Chiapas, sur de Guerrero y oeste de Oaxaca; en cambio condiciones por debajo del promedio se esperan en la Península de Baja California, Sonora, Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Colima y Península de Yucatán, así como en regiones al occidente de Michoacán, noroeste de Guerrero, sureste de Oaxaca y suroeste de Chiapas”.
El promedio de lluvia en febrero “a nivel nacional es de 17.6 mm de acuerdo a la climatología 1981-2010. Para este mes se espera un acumulado de 23.1 mm; representa 31.2 por ciento por arriba del promedio mensual. Precipitación acumulada mensual por arriba del promedio se esperan en Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Nayarit, Zacatecas, San Luis Potosí, Guanajuato, Jalisco, Aguascalientes, Querétaro, Colima, Michoacán, Estado de México, Ciudad de México, Tlaxcala, Morelos, Guerrero, Puebla, así como en regiones del centro de la Península de Baja California, noroeste de Sonora, sur de Sinaloa, occidente de Hidalgo y de Oaxaca y al norte de Yucatán y de Quintana Roo”.
En marzo la lluvia acumulada mensual promedio es de 13.1 mm, “para marzo del 2019 se prevé una lámina de 11 mm, que representa un 16.3 por ciento por debajo del promedio mensual” (informe completo, en https://smn.conagua.gob.mx/es/climatologia/pronostico-climatico/precipitacion-form).
La Primavera: fuego desde la periferia
Un mapa de incidencias en el cual se registren dónde brotan los fuegos que afectan periódicamente al bosque La Primavera demostrará lo que muchos intuyen: que la mayor parte de las deflagraciones nacen en la periferia, cerca de asentamientos humanos, destaca el director del organismo público descentralizado, Marciano Valtierra Azotla.
“Un dato fundamental es el porcentaje de incendios que atiende el OPD y que se dan fuera del área natural protegida. Muy significativo. Esto es un indicador muy claro de la alta incidencia de incendios que ocurren en la zona periférica, adyacente al polígono protegido”, señala a El Diario NTR Guadalajara.
Por ejemplo, “un caso muy concreto del efecto nocivo de la alta vulnerabilidad de la reserva es justamente lo que ocurrió el año pasado en San Miguel. Básicamente, el incendio inició fuera del área natural protegida, y derivado de condiciones de viento y altas temperaturas, así como combustible acumulado, propiciaron una conflagración importante, que de inmediato se adentró hacia La Primavera, con la afectación ya sabida, que al final sólo 145 hectáreas tuvieron afectación a nivel de arbolado, el resto fue superficial. Será bueno hacer un balance de la respuesta del bosque en la zona afectada para valorar esa capacidad natural del ecosistema a los efectos de éste incendio”.
El funcionario subraya la importancia de que esta información sea útil para prevenir, y por eso, es el eje del trabajo que se desarrollará en 2019. Para el efecto, ya se realizó la primera reunión entre personal de la dirección de la reserva, los representantes de los municipios de la zona, y de entidades federales involucradas.
Pese al fortalecimiento institucional que significó el OPD, la estadística de fuego ha crecido en los últimos cuatro años, pues sin un plan de manejo de fuego que fortalezca la prevención, se trata de batallas perdidas. En 2018 se acumularon 3 mil 370.13 hectáreas (ha) quemadas; 2 mil 474.36 ha en 2017; 842.82 ha en 2016, y 360.47 ha en 2016.
Agustín del Castillo
da/i
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