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HACE A�OS. El estero empez� a conformarse como sitio de conservaci�n en 1995. (Foto: Especial)
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En 190 hectáreas de manglar en el ejido La Manzanilla, en la Costa Sur de Jalisco, conviven 500 ejemplares de cocodrilo americano (Crocodylus acutus) con garzas, iguanas y gran variedad de aves, reptiles, peces y crustáceos, lo que, actualmente, podría considerarse un avance.
El ejido comenzó con actividades de conservación en 1995 junto con estudiantes del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Por aquel entonces era impensable hablar de la conservación del cocodrilo, los pobladores le temían y los cazadores hacían negocio con su piel, recordó Francisco Martínez Rodríguez, encargado del cocodrilario.
“Yo siempre digo, hablar del cocodrilo es como hablar de cáncer, es un animal al que la mayoría de gente le tiene miedo, tienen razón porque son peligrosos (…) ellos te agarran en el agua y no te van a respetar, pero como todos los animales: si no te acercas más de lo que no debes, con todas las precauciones puedes convivir con ellos”.
Francisco Martínez, mejor conocido como don Pepe por la gente local, contó que los terrenos correspondientes al ejido, donde crece el mangle rojo, blanco y botoncillo, no se habían considerado como fortaleza ecoturística para la comunidad. Ahora el estero es un importante pilar económico para La Manzanilla.
“Fue difícil porque el proyecto no era tan aceptable, no nos ponían trabas, pero sí había indiferencia. Se ha ido venciendo esta forma de pensar de, ‘ah, sólo los del cocodrilario se benefician’, al final repercute mucho en lo económico. Nos hemos dado cuenta que somos los que menos ganamos, porque la derrama económica que queda en el pueblo es más en la tiendita, en el restaurante, que lo que se paga para entrar a ver esto”.
El cocodrilario abrió oficialmente en 2007 y en 2008 recibieron la certificación como Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA). A 24 años de que iniciaron las actividades de conservación, la UMA destaca en la identidad del poblado, aunque don Pepe reconoce que fue difícil lograr que la gente entendiera la importancia del éste.
“Estás tan acostumbrado a tu hábitat que no le ves que puede tener una fortaleza de ecoturismo. Yo en lo personal no lo miraba de esa manera, porque era mi costumbre diaria”, comentó.
Actualmente, el cocodrilario tiene alrededor de 500 ejemplares (200 en su hábitat natural), pero los más pequeños permanecen en cautiverio, pues de lo contrario serían la comida de los grandes reptiles, que miden hasta 5 metros. Además, Martínez Rodríguez explicó que una vez que sean liberados no todos sobrevivirán, pues los cocodrilos pequeños tienen muchos depredadores, entre ellos las garzas, aunque parezca increíble.
“En el último monitoreo que hicimos fueron 500 y fracción, pero no todos van a sobrevivir, normalmente van a quedar alrededor de 300, pero esa es una población que debemos mantener”.
Pese a los avances, don Pepe reconoció que hay retos por atender: ampliar los proyectos de investigación en torno al cocodrilo e intensificar los trabajos de conservación al resto de la comunidad.
“Debemos seguir trabajando en conseguir un espíritu ecológico, el que tumbe (sic) más árboles (no) se va a hacer más rico. Nosotros vemos que conservando nos va muy bien, a lo mejor hay muchos esteros llenos de cocodrilos, pero no todos tienen el mismo proyecto”.
El cocodrilario es autosostenible con los 30 pesos que pagan los más de 40 mil visitantes que recibe anualmente. Para ver a los grandes reptiles que nadan en su hábitat natural llegan turistas de los municipios de la región Costa Sur de Jalisco, pero también de la Zona Metropolitana de Guadalajara y de estados como Michoacán, Querétaro y Nayarit, además de turistas de Estados Unidos y Canadá que pasan la temporada en las playas de la Costalegre.
En la libreta que está al final del sendero, donde los visitantes escriben su nombre, lugar de procedencia y alguna observación antes de salir del cocodrilario, se leen frases como “Gracias por su increíble labor”, “Experiencia extraordinaria” y “Hermoso paisaje”, todas ellas, muestra del trabajo de cuidado y conservación que han hecho los ejidatarios en el estero La Manzanilla.
“Estás tan acostumbrado a tu hábitat que no le ves que puede tener una fortaleza de ecoturismo. Yo en lo personal no lo miraba de esa manera, porque era mi costumbre diaria”
Francisco Martínez Rodríguez, encargado del cocodrilario
NÚMERO
30 pesos cuesta el acceso al cocodrilario; más de 40 mil visitantes recibe anualmente el lugar
*Colaboración especial de Gladiola Madera
JJ/I
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