En el marco de la plataforma para el diálogo sobre Desaparición Forzada, Represión Política y Estrategias de Resiliencia en contextos de desigualdad, organizada por Calas (Centro María Sibylla de Estudios Latinoamericanos Avanzados), una conferencia internacional realizada en Guadalajara hace unos días, se escucharon las voces de académicos, activistas, defensores de derechos humanos y madres de colectivos de desaparecidos que hablaron sobre la desaparición forzada en el contexto de las dictaduras latinoamericanas, pero también de la que sucede en el tiempo actual.
En representación de los colectivos de madres de Jalisco participaron en la inauguración de ese foro internacional Esperanza Chávez, quien coordina el colectivo Por Amor a Ellxs; Guadalupe Aguilar, coordinadora de Fundej, y Leticia Vázquez, de Cladem. Ellas explicaron la gravedad de la situación de Jalisco en materia de desaparición de personas y los obstáculos a los que se enfrentan en el proceso de encontrar a sus seres queridos, así como la urgente necesidad de que las autoridades mexicanas atiendan de manera integral la grave problemática de la desaparición de personas.
Otros colectivos de América Latina hablaron desde sus experiencias; Rosalina Tuyuc, fundadora y coordinadora nacional de Conavigua (Coordinación Nacional de Búsqueda), de Guatemala, sobreviviente del genocidio –ella busca a su padre y a su esposo desaparecidos–, contó en su testimonio las dificultades para encontrarles: “Nos decían que no se puede hacer búsqueda porque no hay gasolina, no hay personal, no hay autos; nos tocó jalar a la policía, jalar al Ministerio Público y a todas las autoridades con el fin de buscar a nuestros muertos en los cementerios clandestinos, pero al final éramos nosotras quienes buscábamos”.
Ella señaló que no importaba el tiempo, sino la necesidad de encontrarles; que aún no ha encontrado a los suyos, pero ha ayudado a otros a encontrarse con sus familias; que desde la cosmovisión indígena de su pueblo, “nuestros muertos también nos buscan a nosotros” y es necesario reencontrarse. En Conavigua el trabajo que se inició hace 38 años fue para buscar a los desaparecidos, pero les ha tocado defender los derechos de otras mujeres y de su pueblo: “Nos tocó conocer las leyes, hacer de médicos, de acompañantes para las víctimas, nos tocó hacer de defensoras de derechos humanos, de juventud y de niñez”.
Otro aspecto importante que destacó Rosalina fue la necesidad del autocuidado de las mujeres que luchan y resisten; que es importante trabajar en la sanación, pues el daño, la impunidad y la violencia con que han sido tocadas es demasiado para cualquier ser humano; que muchas veces en la misma familia se llena de culpa a las mujeres porque dejan los roles que tradicionalmente les han sido asignados como responsables del hogar al conformar organizaciones, colectivos o exigir justicia al Estado, y esa culpa llega a ser tan pesada que las paraliza y no les deja avanzar. Por eso es importante caminar con otros que buscan justicia; “nos toca seguir trabajando por los desaparecidos, pero también trabajar por nuestra sanación y por transformar al Estado racista, excluyente, opresor y colonial”.
Retomo esa participación porque el proceso narrado por la activista y defensora de derechos humanos de Guatemala, en esa lucha de casi 40 años de acompañamiento a víctimas de distintas violencias, se acerca a la realidad de las madres mexicanas que buscan y que también se han convertido en defensoras de derechos humanos, afirmando que no desistirán hasta encontrarles.
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