En 1986, Billy Joel sacó a la venta un disco que contenía la canción A matter of trust (Es cuestión de confianza), que se dirigía a una mujer que había padecido una relación afectiva en la que sufrió mucho abuso de parte de su pareja, por lo que era comprensible que ya no quisiera involucrarse en otra relación, a lo que el cantante le pedía que confiara en lo que le ofrecía, que se diera cuenta de que la relación con él era distinta, y que la relación podría perdurar, porque entre ellos el vínculo se basaba en la confianza.
Como el mismo Joel lo plantea, volver a confiar después de sufrir abusos no es una cuestión sencilla; es necesario que se vaya sumando una serie de situaciones en las que se va viendo la posibilidad de que la relación se desarrolle de una manera diferente y más satisfactoria. Esto que es cierto en el ámbito afectivo también lo es en el ámbito público.
De este modo, quien quiere construir una relación que permita superar una anterior que fue muy tóxica, necesita construir otras maneras de relacionarse que permitan ganar la confianza. En el ámbito público la confianza se gana, entre otras formas, ofreciendo información pertinente y oportuna, y no sólo instrucciones que requieren de una fe ciega. Me explico.
El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, comenzó a ganarse la confianza de una buena parte de la población porque explicaba cuestiones complejas de una manera accesible para la mayoría de las personas, y como al principio todo parecía encajar en sus explicaciones la gente le hizo caso. Pero poco a poco empezaron a surgir dudas, derivadas del hecho de que no daba cuentas claras del sustento de algunas de sus decisiones, que parecían más políticas que científicas, y por eso algunas personas han ido perdiéndole la confianza, y han decidido no acatar sus recomendaciones, o las acatan, pero de manera errónea, porque en vez de explicar cómo funcionan las cosas nos pide que hagamos un acto de fe.
Una muestra es la solicitud de no agredir al personal de los servicios de salud. Se les presenta como héroes y se recurre al sentimentalismo, pero en ningún momento se ha explicado por qué es baja la probabilidad de que los médicos y enfermeras diseminen la pandemia, pues no se explican y muestran didácticamente los protocolos que siguen para no llevar el virus consigo cuando termina su turno laboral.
Otro acto de fe que se nos pide es que aceptemos el semáforo de riesgo por la pandemia, pero no se nos ha explicado cómo se elaboró, con qué criterios, y de dónde se obtiene la información que lo conforma, y mucho menos se nos dice qué podemos hacer para contribuir a que cambie el color del semáforo, aparte de pedirnos que nos quedemos en casa.
Tampoco nos han explicado las decisiones tan difíciles que es necesario tomar en los hospitales en los que se atiende a las personas enfermas de Covid-19, porque implican determinar quién tiene más probabilidades de salvarse y por ello debe utilizar los aparatos disponibles. Es decir, los asuntos de vida o muerte implicados en la atención de una pandemia no se nos muestran, y por eso mucha gente piensa que es una mentira, y un intento de manipulación, y no acata las medidas de confinamiento.
Por lo tanto, si se nos priva de información, el resultado es que no nos decidimos a cuidarnos en serio ni cuidamos a los demás, y en cambio buscamos maneras de burlar a la autoridad que nos da indicaciones incómodas, porque nos implican muchas renuncias que nos recuerdan imposiciones de antes. Necesitamos que nos traten como personas sensatas, capaces de tomar buenas decisiones. Es cuestión de confianza.
[email protected]
Twitter: @albayardo
jl/I
|