Galileo y la Luna�

2020-11-29 06:00:00

“El 1 de diciembre hubo luna nueva. Entonces y también el 4 de diciembre, que estuvo despejado, Galileo hizo observaciones meticulosas y sistemáticas de la superficie lunar, mejoró los dibujos anteriores y tomó notas más precisas” 

James Reston Jr., Galileo. El genio y el hombre, Ediciones B, Barcelona (1996), p. 135 

 

El año en que acontecieron los trabajos de Galileo comentados por el escritor James Reston Jr. (New York, 1941) es 1609 y se nos relata el inicio de la astronomía telescópica, algo de ello ya lo hemos abordado en éstas páginas (ver NTR El Pegaso de Sigüenza, 25 de agosto de 2019). 

Ahora trataremos lo que poéticamente plasma al respecto Jean-Pierre Maury, quien escribe: “Durante las primeras noches, Galileo descubre en el cielo un mundo de maravillas que desborda en curiosidad todo lo previsible... Los prodigios se suceden sin cesar hasta tal punto que Galileo decide anunciar inmediatamente al mundo entero lo que el cielo le ha revelado” (Galileo, mensajero de las estrellas, Aguilar, Madrid 1990, pp. 40-41), y es el siguiente año de 1610 cuando el 12 de marzo con un tiraje de 550 ejemplares sale a la luz el Siderivs Nvncivs (El mensajero sideral) en el cual se plasman las observaciones y descubrimientos del célebre pisano. 

Para decirlo en términos modernos, la temporada de observación de la Luna emprendida por Galileo abarcó del 30 de noviembre al 19 de diciembre de 1609, y según consigna la muy estimada doctora Silvia Torres Castilleja: “Se dio cuenta que este cuerpo no es una esfera perfecta”. 

Tiene zonas altas y bajas (montañas y valles, a los que él llamó mares) y por lo tanto es semejante a la Tierra” (en Galileo su tiempo, su obra y su legado, El Colegio Nacional, México, 2009, p. 18), el propio Galileo escribe: “en la zona oscura de la Luna aparecen cumbres luminosas, separadas y lejanas y no de poca distancia de unas a otras” (Siderivs Nvncivs, p.14), la doctora Torres menciona que usando argumentos geométricos Galileo logra estimar en más de 6 mil metros la altura de algunos montes lunares. 

Ahora con telescopios económicos de capacidad similar a los usados por Galileo podríamos recrear para los jóvenes estudiantes sus observaciones de hace 411 años guiados por su libro.  

Twitter: @durrutydealba

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