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(Foto: Twitter @lopezobrador_)
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CIUDAD DE MÉXICO. La salida de Alfonso Romo como jefe de la Oficina de la Presidencia cerró una de las últimas puertas entre el mandatario del país, Andrés Manuel López Obrador, y los empresarios, que lo despidieron entre lamentos.
Aunque el presidente afirmó que Romo aún será su “principal enlace con el sector privado”, su dimisión es “una señal preocupante” para la ya lastimada relación entre el gobierno y el empresariado, expuso el consultor político Jorge Luis Hernández.
“Por mucho que López Obrador diga que el puesto no cuenta tanto, creo que desde la perspectiva de las cámaras empresariales sí importa hablar con alguien de peso, con alguien que tenga un título”, explicó el politólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
DESPEDIDA
El mandatario afirmó que Romo coincide con su “visión de que lo importante no es el cargo, sino el encargo”.
“Él me ha ayudado y me seguirá ayudando”, insistió López Obrador.
Pero las principales cámaras empresariales se despidieron con lamentos de Romo, un empresario agroalimentario y financiero nacido en Ciudad de México en 1950 y formado en la industrial ciudad de Monterrey que hablaba su mismo idioma.
“Fue una pieza valiosa de la administración del gobierno, y un interlocutor abierto con el que siempre se pudo entablar un diálogo sincero. Seguramente seguirá trabajando por el bien de México en sus próximas responsabilidades. Lo echaremos de menos”, declaró el Consejo Coordinador Empresarial (CCE).
La Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) reconoció que el asesor del presidente “ayudó al empresariado en lo que le fue posible”.
“Sirvió con lealtad y para lograr los mejores caminos para asegurar el desarrollo de nuestro país. En lo personal, querido Poncho, mi aprecio”, expresó Francisco Cervantes, presidente de Concamin.
La Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), uno de los grupos más críticos con el presidente, también reconoció la gestión de Romo.
“En circunstancias complejas fungió como traductor, interlocutor y factor de distensión. Lo más valioso de su paso por el gobierno fue el freno a muchas ocurrencias y la contención de los radicales”, dijo Gustavo de Hoyos, presidente de Coparmex.
RADICALES CONTRA PRAGMÁTICOS
La renuncia de Romo revela esta lucha que existe entre el ala pura y radical del gobierno de López Obrador con otra facción más crítica y pragmática, observó el politólogo Hernández.
El experto recordó las pasadas renuncias de titulares de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), de Comunicaciones y Transportes (SCT), de Hacienda y Crédito Público (SHCP), y del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) por diferencias en el gabinete.
“Este viraje va todavía más a la radicalización, no creo que pase, pero sí es cierto que se pierden interlocutores y me parece que esta cuestión de las renuncias sí evidencia que hay personas que no se sienten del todo cómodas donde están paradas, que tienen poco margen de maniobra”, consideró.
Pese a que todavía no detalló su renuncia, Romo había sido crítico con políticas económicas de López Obrador, como cerrar el sector energético a los privados, la incertidumbre para la inversión y la cancelación de proyectos ya en marcha como la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM).
El presidente afirmó que el acuerdo era que permanecería en el cargo por 2 años, pero apenas un día antes, en el informe del segundo año de gobierno, Romo declaró que todavía había trabajo por hacer.
“Creo que tenemos que hacer mucho más, pero vamos bien. Ustedes lo han visto, hay armonía y plática (conversación), estamos en la mesa siempre”, aseveró fuera de Palacio Nacional.
UN PERSONAJE POLÉMICO
Mientras empresarios lamentan su salida, Romo era una figura polémica entre seguidores de izquierda de López Obrador por sus nexos con el sector privado y grupos ultraconservadores.
“Muchos de los lopezobradoristas duros rechazaban a una persona que viniera de esta élite, porque además se ha generado discursivamente esta idea entre ricos y pobres como malos y buenos”, detalló Hernández.
La figura de Romo también se desgastó tras investigaciones periodísticas que revelaron presuntos conflictos de interés en el proyecto del tren maya y daños al medioambiente con sus negocios agroindustriales en Yucatán, en el sureste del país.
Esto también le restó credibilidad entre el sector privado, que tampoco lo aceptaba del todo desde un principio, indicó Hernández.
“Cuando empiezan a salir estos temas, empieza a perder credibilidad hacia fuera, con otros empresarios que dicen, ‘bueno, Alfonso sí es el grillito cantor del presidente, pero también defiende lo suyo’”, apuntó el politólogo.
EH/I
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