Millones de jóvenes, en general, y muchísimos recién egresados de las universidades, en particular, hoy se sienten frustrados, ansiosos y deprimidos por no vislumbrar alternativas laborales dignas y bien pagadas. Hay que reconocer que sí hay empleos, pero temporales, con sueldos miserables y muchos sin las prestaciones de ley.
Ante el panorama actual no es fortuito el incremento significativo de suicidios y de trastornos de ansiedad y depresivos en nuestros jóvenes, así como el que muchos no estén pensando en casarse o tener hijos porque, según dicen, “con qué los mantengo”. A lo anterior hay que añadir que muchos han decidido incorporarse a las filas de la delincuencia organizada. “Prefiero morir joven y rico que viejo y pobre”, han afirmado muchos jóvenes.
Para atender a este sector de la sociedad, actualmente el gobierno federal impulsa las becas Jóvenes Escribiendo el Futuro y Jóvenes Construyendo el Futuro. Ambas en algo ayudan, pero no resuelven el grave problema laboral que enfrentan; se estima que en México se deben crear un millón y 100 mil empleos anuales para resolver las necesidades de trabajo para las personas que buscan incorporarse al mercado laboral.
Por otro lado, nuestra Constitución política establece en su artículo cuarto que “…el Estado promoverá el desarrollo integral de las personas jóvenes, a través de políticas públicas con enfoque multidisciplinario, que propicien su inclusión en el ámbito político, social, económico y cultural del país…”. Además, el artículo 123 precisa que “toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente útil; al efecto, se promoverán la creación de empleos y la organización social de trabajo, conforme a la ley”.
Por ello es inconstitucional, ilegal y contradictorio que el gobierno federal haya decidido contratar a 500 médicos extranjeros cuando muchos jóvenes mexicanos egresados de la carrera de medicina, después de haber realizado extraordinarios esfuerzos académicos, necesitan empleos.
Pueden argumentar diversas razones, pero esas mismas razones confirman su ineficiencia e ineficacia para resolver el problema de empleo para los jóvenes.
En el caso del empleo para los jóvenes egresados de la carrera de psicología el panorama es todavía más grave. Cada año egresan más de 30 mil y logran contratarse como psicólogos menos del 10 por ciento; paradójicamente, las y los ciudadanos de todas las edades requieren servicios psicológicos públicos suficientes, de calidad, éticos e incluyentes, pero los que existen son mínimos, lo que lleva a entender que sólo los ciudadanos con potencial económico pueden costear estos servicios.
Para concluir, he de decir que no añoro los corruptos gobiernos prianistas, pero tampoco vivo en Pejelandia o Alfarolandia.
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JB
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