El sexenio m�s aburrido de la historia

2022-09-21 06:00:00

La historia de este sexenio ha sido muy aburrida. No tiene la emoción de otros periodos presidenciales en los que no se sabía qué iba a pasar. En este sí lo sabemos, cuando menos en términos de grilla. El perfil de los personajes, muchos de ellos vomitivos, la trama y hasta los diálogos se definieron muy rápido y se volvieron predecibles y monótonos.

La política en tiempos de AMLO está muy lejos de los altibajos emocionales y existenciales de Game of Thrones o de la presidencia de Peña Nieto, por citar dos exitosas series televisivas, y se ha convertido en un sketch al estilo del Chavo del Ocho.

Así, ante la novela cuatroteísta el público intuye lo que va a pasar en cada capítulo o de plano se lo sabe de memoria. Los espectadores advierten que los escenarios difícilmente se modificarán, que la reiteración será uno de los personajes centrales y no perderá su lugar protagónico. Sin embargo, muchas y muchos se mantienen atentos, fingiendo sorpresa y otros ya han optado por cambiar de canal o de plataforma.

Ya sabemos, por ejemplo, que Andrés Manuel López Obrador presentará sus logros y señalará y fustigará a sus oponentes desde el púlpito mañanero, sin datos, sin certeza estadística, sin argumentos técnicos, solo apoyado en la intuición política que lo caracteriza y el respaldo de una mayoría que cada vez parece más inamovible e impenetrable.

Por su parte, las y los líderes de la oposición seguirán haciendo lo mismo: tropezando con su larga cola, su pasado y su falta de destreza política. Celebrarán extasiados algún triunfo efímero, pero luego se acusarán unos a otros de frenar y entorpecer el avance de su alianza.

Desde Atlanta, Anaya seguirá mandando videos a propósito del apocalipsis nacional. El insípido y minúsculo Marko Cortés denunciará, un día sí y otro también, la corrupción del gobierno federal y la falta de visión del presidente. Alejandro Moreno seguirá entrampado en los escándalos de Alito, incluido su trastorno maniaco depresivo y el PRD seguirá siendo un lastre para todos, incluso para ellos mismos. La moraleja del cuento es obvia: nadie puede hacer política si el adversario es más poderoso y conoce tus secretos más oscuros.

En lo que corresponde a los grandes empresarios del país, seguirán haciendo mutis. Es evidente que la 4T los ha tratado tan bien como los gobiernos más neoliberales de la historia y eso es lo único que importa. Con excepción de Claudio X. González y algunos de sus más fervientes devotos, los dueños del dinero se mantendrán en la discreción y el silencio en tanto haya negocio.

Los medios de comunicación, tradicionales y alternativos, seguirán luchando por imponer su verdad desde las trincheras pro y anti. Las “mentes brillantes” del país seguirán machacando, desde el otro púlpito y cada vez con más rabia, los argumentos históricos, académicos y científicos que sostienen su análisis respecto al fracaso rotundo del actual gobierno federal. Los escuchará y leerá su público cautivo, nadie más.

No podemos perder de vista que la política, entre otras cosas, es un juego de cálculo y estrategia, un tablero sobre el cual se despliegan discursos con el fin de modificar la realidad; si no lo hacen, entonces habrán fracasado en su encomienda principal. Y si bien en México estamos sobrados de discursos, arengas y, sobre todo gritos, parece que nada ha cambiado desde el inicio del sexenio o desde diciembre de 2020, cuando se conformó la colación Va por México.

En lo sustancial, todo indica que este culebrón seguirá bajo el dulce encanto de lo predecible: el lopezobradorismo seguirá ganando, la oposición perdiendo y el país sumido en el tedio y el hartazgo del día a día. Padeciendo el drama de nuestra cotidianidad.

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