México es un país con suerte. De alguna u otra forma las cosas se le terminan acomodando y aquellos riesgos o precipicios que se veían en el horizonte terminan o disipándose o volviéndose no tan terribles como se veían.
Y si México es un país con suerte, lo mismo podemos decir del gobierno del presidente AMLO. Durante sus primeros cuatro años se encargó de estirar las relaciones estratégicas del país con Estados Unidos y a incluso ponerle trabas a la única herramienta que ha permitido que parte del país crezca y tenga dinámica económica: el tratado de libre comercio.
López Obrador ha sabido identificar las debilidades de los dos gobiernos de Estados Unidos. Primero, el de Donald Trump y ahora el de Joe Biden, en el que lo único que realmente, pero realmente les interesa es el tema migratorio.
Se podrá decir que el poderoso gobierno americano puede poner contra las cuerdas a México si le cierra las válvulas del comercio. Y aunque muchos esperábamos que hubiera una fuerte reacción norteamericana por las trabas que le ha puesto el gobierno de México a las empresas estadounidenses y canadienses en el sector energético, mucho más pudo el valor de los servicios migratorios que le provee México a Estados Unidos.
Como se lo hizo saber Trump en su momento: tú me retienes a las caravanas migrantes y te quedas con los miles de solicitantes de asilo centroamericanos y yo te dejo hacer lo que quieras con tu economía. Y así lo entendió AMLO.
Por eso cumbres van y cumbres vienen y nada cambia de fondo. El tema energético es importante, pero mucho, mucho más lo es el tema migratorio.
Y ahí la labor de muro de México es insustituible. López Obrador lo sabe y usa dicho poder para que le permitan seguir con su política energética de los años 70. Total, quien lo terminará pagando son los propios mexicanos.
Otra muestra de que el gobierno de AMLO es suertudo: en este momento se da como consecuencia de la pandemia un incremento en las tensiones y desconfianzas entre el mundo occidental y China. China ya no parece como el lejano y místico socio que podía producir todo a costos bajos.
Hoy luce como una potencia militar no confiable, con un gobierno autoritario y represor, con cero interés por los derechos humanos y con una clara agenda de apropiarse de Taiwán, fuente mundial de los microprocesadores más avanzados del mundo.
Las empresas buscan colocarse en territorios mucho más cercanos al mercado principal, pero también mucho más amigables. México, con su frontera compartida y su tratado comercial, es la solución obvia. Recibir una fracción de las inversiones que se calcula que estén dejando China significaría para México dinamizar su crecimiento económico en la última parte del gobierno de AMLO.
¡Vaya suerte! Justo cuando la mayoría de los economistas preveíamos que el sexenio de AMLO cerraría con un crecimiento de cero y que en 2023 y 2024 existían pocas posibilidades de reactivar la economía.
Esto no significa que vaya a haber un boom económico al cierre del sexenio, pero sí significa que su final no sea tan malo como se calculaba en 2021.
Twitter: @Israel_Macias
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