El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, reconocido por la ONU para conmemorar la participación de la mujer en la vida pública, laboral y política, por la igualdad de derechos con el hombre y las oportunidades de desarrollo. Sería absurdo cegarnos ante situaciones de desigualdad en diferentes ámbitos, falta de oportunidades para el desarrollo, discriminación, hostigamiento, acoso sexual y laboral.
La mujer, bajo la bandera del feminismo, desde 1789 ha logrado victorias importantes para defender el derecho a la educación, voto y participación en puestos públicos, decisiones sobre su cuerpo, despenalización del aborto y el uso de anticonceptivos, igualdad laboral y salarial, adquisición de derechos ante el divorcio, acciones reales para evitar la violencia en el hogar, la sociedad y los feminicidios.
La sororidad es la solidaridad y demanda contra cualquier acción machista. En 1908 surgió la primera marcha en Nueva York para exigir derechos laborales y participación política. En 1910, Clara Zetkin propuso en Copenhague, en la Conferencia Internacional de Mujeres Trabajadoras, celebrar anualmente los logros de la lucha por sus derechos y en 1911 en Europa por primera vez se conmemoró el Día Internacional de la Mujer. No fue sino hasta 1975 que las Naciones Unidas empezaron a celebrar oficialmente la fecha.
En muchos lugares de nuestro país, como escuelas, universidades y calles, las mujeres en sus marchas han desvirtualizado la conmemoración con actos vandálicos y agresiones a comercios y personas del género masculino bajo la justificación de defender los múltiples feminicidios, violaciones y violencia de alguna mujer cercana ante su desesperación de no ser escuchadas o de no encontrar solución a sus situaciones de desigualdad, convirtiéndose así en un antagonismo, una falta de congruencia ante lo que se exige.
Por ello en las escuelas sugerimos realizar algunas actividades que realmente pueden llevar a la reflexión y la conciencia, como son concursos de oratoria, debates, representaciones de acciones que lograron la defensa de la igualdad de la mujer. El estudio de las biografías de las mujeres pacifistas que se levantaron los brazos y la voz a favor de dicho movimiento.
Realizar marchas pacíficas en familia acompañando a las madres, hermanas, hijas, novias, esposas, mostrando la admiración a su labor, a su trabajo en casa, a su aportación a la ciudad, a su contribución a la armonía familiar.
Marcar en apoyo a la igualdad total y definitiva de los derechos humanos en familia es la mayor muestra de compromiso. Es nuestra responsabilidad como educadores formar hombres y mujeres en el respeto, la justicia y el amor, como dice el lema de un gran colegio para el cual laboré y que fue fundado por una enorme mujer, Leonor Licea de Godínez, maestra, madre, esposa, amiga, un ser humano cabal que con sus muestras de amor y disciplina logró trascender en el ámbito de la educación nacional.
Que cada maestro y cada maestra, que cada padre y madre nos convirtamos con respeto y acciones pacifistas en promotores de la sororidad.
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