Indiscutiblemente, desde que apareció el ser humano sobre la faz de la tierra hasta el 2023 las condiciones socioculturales, económicas, políticas y ambientales han cambiado y, por supuesto, esas transformaciones han incidido para que las personas también cambien su forma de pensar, de actuar, de sentir y, en general, de vivir.
Por supuesto que la forma de consumir las bebidas alcohólicas y otras sustancias toxicas, así como el porqué y el para qué consumirlas, también se ha transformado a lo largo de la historia de la humanidad.
Comprender, prevenir y atender eficiente y eficazmente el fenómeno de las adicciones es muy complicado, ya que el consumo de alcohol y drogas es multifactorial y no se debe caer en interpretaciones simplistas como las de las autoridades federales, quienes afirman que “…la drogadicción se debe a causa de la ‘falta de apapacho’…Tiene que ver mucho con la felicidad, con el abandono, con la tristeza, con la soledad, con la falta de amor, con la falta de apapacho”.
En el problema de las adicciones confluyen diversos factores: desde engaños a los menores de edad, desinformación sobre las consecuencias del consumo y curiosidad hasta consumir alcohol y drogas para sentirse aceptado en un grupo determinado, inadecuado manejo de situaciones estresantes, aprendizaje de personas consumidoras modelos, reforzamiento de los integrantes de un grupo significativo, entre otros. Pero también la carencia o mínima existencia de factores protectores, como un proyecto integral de vida, una buena autoestima, el desarrollo de habilidades sociales, solidas redes sociales de apoyo, entre otros.
En lo que sí coincidimos es en que las relaciones familiares amorosas, nutricias e inteligentes se constituyen en un importante factor de protección a las adicciones. El problema es que no todas las madres y padres de familia, por más amor que le tienen a sus hijos, se capacitan y actualizan adecuadamente para acompañarles y coadyuvar a su desarrollo integral optimo.
Por ello es contradictorio que hoy se realice tal afirmación cuando está concluyendo un sexenio en el que se han incrementado las adicciones y no se quiso generar una sólida política pública en torno a ello. En repetidas ocasiones las y los psicólogos organizados les presentamos propuestas de un programa nacional multimodal de capacitación y actualización de padres de familia y tutores, y nunca les interesó para prevenir y atender este problema, sino también otros como la violencia.
No aprovecharon la histórica oportunidad que tuvieron.
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