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LO RECIENTE. Cazadores mataron a una peque�a manada de pecar�es hace dos semanas. (Foto: Especial)
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El desarrollo económico ha implicado la invasión de espacios silvestres por actividades agrícolas y ganaderas, además de contaminación y destrucción de hábitat esencial para la reproducción y el sostenimiento de poblaciones de animales silvestres. Pero la agresión directa, por desconocimiento y prejuicios en torno a animales emblemáticos, como los depredadores, se mantiene descontrolada, subrayan activistas de Jalisco.
“Es un problema generalizado en la mayor parte del país; en nuestra región, dentro de nuestra área natural protegida, hay cacería furtiva durante todo el año. Los cazadores furtivos invitan a más cazadores de Guadalajara y otros lugares: en los últimos 10 años ha disminuido un 90 por ciento el número de venados y pecaríes, y los grandes felinos casi desaparecieron. En 2018 nos mataron la totalidad de jaguares de sierra de Quila”, explicó a NTR el médico Jesús Valle, defensor de fauna en la sierra de Quila, que alcanzó 40 años de protección decretada en 2022.
“Si a la pérdida del hábitat, destrucción de bosques y selvas le agregas la cacería furtiva intensiva, la fauna no tiene ninguna posibilidad y no sólo para las áreas protegidas: todo el monte en general. Las áreas protegidas son un mínimo del territorio, la fauna entra y sale de estas áreas y no se soluciona nada con inhibir la caza solo en áreas protegidas”, agrega.
Hace un par de semanas, en sierra de Quila cazadores furtivos mataron a una pequeña manada de pecaríes (el jabalí autóctono). El daño es mayúsculo porque es un modo de quitar su alimento a depredadores como pumas y jaguares.
Hacia la costa, los daños siguen: en el mismo periodo, dos ganaderos en conflicto por un lindero mataron a dos pumas adultos en el municipio de El Limón. Y las actividades productivas del valle cañero de Autlán-El Grullo cobran víctimas constantes: cuatro crías de ocelote aparecieron carbonizadas unos días antes de la Semana Santa.
“Los felinos que tenemos en México, que son seis especies, han venido a la baja por diferentes circunstancias: la destrucción de su hábitat, pues restringimos los espacios para la fauna y, por lo tanto, los vamos arrinconando; luego metemos animales domésticos que alteran el medio y por tanto a los felinos se les consideran peligrosos o nocivos (…) en cuanto se sabe que anda un gato silvestre, habrá personas histéricas que piensan que los van a devorar en la noche. La gente no entiende lo de la invasión de hábitat y ha costado mucho trabajo en 15 años crear cultura de empatía”, reflexionó el académico de la Universidad de Guadalajara (UdeG) y activista en pro de los animales (tiene un albergue para fauna agredida en su casa), Luis Eugenio Rivera Cervantes.
Sin embargo, “para los cazadores furtivos se trata de salir a matar por placer. Los ganaderos de todos los tamaños, por lo general consideran a los gastos una amenaza a su ganado y no hay poder sobre la tierra que los haga cambiar la mentalidad. Tenemos un conflicto histórico-ancestral entre ganaderos y fauna silvestre, y cualquier animal que se aparezca firma sentencia de muerte, no se diga si ataca ganado”.
¿Por qué un depredador ataca animales domésticos? “Porque su alimento natural ya no está disponible; los cazadores se los llevan, y los animales necesitan alimentarse”.
El gobierno federal ha creado un instrumento de compensación, el seguro ganadero, pero exige que haya un registro del productor en la asociación ganadera local, y una serie de trámites que pueden resultar tortuosos. Y si a esto se agregan las muertes incidentales por persistir en el uso del fuego en la zafra de caña de azúcar, o los muchos envenenados por el uso de compuestos tóxicos para el control de plagas, el panorama no es halagador para el futuro de las especies silvestres.
jl/I
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