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OBRAS. La mayor parte del proyecto del Siapa para mitigar las inundaciones fue ejecutado entre 2017 y 2018, pero los pendientes contin�an. (Foto: Jorge Alberto Mendoza)
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El veredicto es claro: las grandes obras de la primera –y hasta ahora única– etapa del Plan Integral para el Manejo de Inundaciones (PIMI) del Sistema Intermunicipal de los Servicios de Agua Potable y Alcantarillado (Siapa) no han aportado mejora ostensible a las zonas que se inundan, pese a una inversión de 800 millones de pesos (mdp) que se aplicó en Zapopan, Tlajomulco de Zúñiga y Guadalajara.
Lo señalan cuatro expertos consultados por NTR sobre el tema: el geógrafo especializado en desastres Luis Valdivia Ornelas; el consultor hidráulico Josué Sánchez Tapetillo; el experto en temas de agua urbana y subterránea, Arturo Gleason Espíndola, y el urbanista también especializado en temas de agua, Leonel Gutiérrez.
Si bien el Siapa justificó priorizar esas obras con base en el agua que allí se acumula –han llegado a tener 1.5 metros de lluvia–, no ha aportado elementos objetivos ni datos duros que permitan apreciar menores niveles, lo que de por sí es complejo porque depende de cada temporal. En 2023 las lluvias han sido magras hasta ahora, pero eso no ha evitado inundaciones en zonas como Plaza del Sol o El Deán, dos de las que fueron intervenidas en la primera fase del PIMI.
Desde 2017, año en el que el PIMI arrancó, el organismo ha señalado que todas las obras no funcionarán sino como mitigación, lo que para los expertos consultados por este diario equivale a “curarse en salud”.
La mayoría de los proyectos, el 90 por ciento, se desarrolló en 2017 y 2018. Sólo las correspondientes a San Rafael, en Guadalajara, se demoraron seis años.
LAS OBRAS Y SUS CARENCIAS
Las intervenciones del PIMI incluyeron el arroyo Atemajac, donde hubo obras desde la zona en que brotan los manantiales, en Los Colomos, hasta la parte baja, previo a su unión con el río San Juan de Dios. Consideró un desazolve en la Presa de Zoquipan, contigua al Parque González Gallo, el ensanchamiento aguas abajo del cruce del arroyo con calzada del Federalismo y trabajos de retención a la altura de Plaza Patria, pero ello no evitó una gran inundación en 2019. En 2021, además, la avenida quedó anegada y afectó a decenas de vehículos.
En la cuenca El Chicalote, tributaria del San Juan de Dios, obras desarrolladas deberían mitigar inundaciones en El Colli, Las Alamedas y Paseos del Sol, y hacia las avenidas López Mateos y Mariano Otero. El proyecto buscó una mayor área de captación al canal de Santa Catalina –los colectores descargan a las cámaras del canal, donde se regulan los volúmenes pluviales que se capten para mitigar los problemas de inundaciones que se presentan en la parte baja de la cuenca–, pero eso no fue obstáculo para que Plaza del Sol se siga inundando. La última vez, el viernes 14 de julio.
Más cerca del Centro, en esa misma cuenca, se hizo una segunda obra: completar infraestructura para los colectores de la zona de Los Arcos del Milenio, un sitio de inundaciones frecuentes. Ahí se hizo un colector de un metro con 52 centímetros y una longitud de 350 metros, la construcción de bocas de tormenta y la instalación de una especie de válvula para evitar la salida del flujo que, a presión, trabaja el colector Mariano Otero, pero los anegamientos continúan en el punto.
El tercer grupo lo forma el colector Aviación, en la cuenca del río Blanco, que drena el norte de la metrópolis, en Zapopan. Es un depósito pluvial que regula escurrimientos producidos dentro de esta zona e incluye un colector de desfogue.
La cuarta intervención fue en la zona de El Deán, donde se amplió el vaso regulador para el incremento de la capacidad de regulación –pasó de 311 mil metros cúbicos (m3) a 369 mil m3, incluida la construcción de colectores pluviales de entrada y salida, así como las obras complementarias para su entronque; sin embargo, este año y en 2021 la zona se ha inundado y decenas de casas han resultado afectadas.
La quinta es la zona del Parque San Rafael, al oriente de Guadalajara, en la cuenca de San Andrés. Fue la construcción de un sistema de detención de aguas pluviales mediante la construcción de un depósito subterráneo y un total de 2 mil 167 metros de colectores de entrada y salida. Apenas fue entregada hace un mes, pero en dos eventos de este temporal los vecinos ya vieron una lámina de lluvia que no solía registrarse en la zona.
Mientras Luis Valdivia y Arturo Gleason consideran que la obra fue innecesaria y sospechan del afán de favorecer al megaproyecto de 13 torres del Grupo San Carlos (Gran San Rafael), Josué Sánchez Tapetillo reconoce que es la única que trata de intervenir la cuenca media alta, aunque de manera aislada e insuficiente. “A final de cuentas, se necesita que sea una intervención integral y sistémica, y lo que se ha hecho son obras aisladas”, coinciden los expertos.
Es decir, tal vez estas obras hubieran tenido sentido si se hubiera entendido la importancia de manejar la cuenca alta y media con obras de recarga y retención que bajaran el flujo a la zona baja, que evidentemente queda rebasada aunque se ensanchen los espacios para el agua.
“Es simple, mientras se permita seguir urbanizando las partes altas, es el cuento de nunca acabar”, concluyó Valdivia Ornelas.
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