El �tesoro� perdido de�Luis Oswaldo y Gloria��(I de III)
2023-08-06 06:00:00
A CARGO. Luis Oswaldo y su esposa, fundadores de Asesores Jur�dicos Profesionales. (Foto: Jonathan Lomel�)
Los cerdos son animales pulcros si se les brinda un ambiente adecuado.
Su manía de restregarse en el lodo surge de la necesidad de refrescarse y proteger su piel de parásitos: nunca comen o duermen en donde defecan.
También cargan con una reputación injusta. La expresión “sudar como un cerdo” es imposible: los cerdos no transpiran.
¿El hombre, por naturaleza, también es pulcro pero el ambiente lo corrompe? ¿O a diferencia del cerdo, el hombre engaña, transpira, come y defeca en donde mismo, y se regodea en el lodo?
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En una granja y salón de eventos de Huentitán el Alto, al norte de Guadalajara, un cerdo solitario y pardo esquivó decenas de autos que comenzaron a invadir el descampado convertido en estacionamiento. De ellos descendieron, poco a poco, 124 defraudados por un hombre llamado Luis Oswaldo Espinoza Marín. Es la mañana del domingo 16 de abril de 2023.
Bajo una gran carpa hay un rectángulo de 12 sillas comprimidas en fila, pero son insuficientes. El excedente de afectados coloniza las orillas, acapara el suelo para sentarse, satura de pie la retaguardia del salón. Otros tapizan, recargados, la pared lateral.
Al frente toma la palabra Rosa Isela Becerra, una jubilada y vocera de la comisión ciudadana de víctimas de Asesores Jurídicos Profesionales (AJP). Algunos se yerguen, cruzan los brazos, todos miran al frente. Fruncen el ceño, muerden sus uñas; otros, con el gesto agotado, dejan caer los hombros y escuchan.
Allí está José Perfecto, 88 años, fatigado pero atento. Perdió 650 mil pesos de la venta de un terreno en Tonila.
Aurora, 21 años, invirtió 300 mil pesos de bonos laborales de su padre.
Mayra, 29, perdió 1.2 millones de pesos de la venta de su casa.
Laura, 52, nunca más vio 300 mil pesos de su liquidación tras 32 años de trabajo.
Edmundo, 6.8 millones de pesos de su jubilación.
Alicia, 8.2 millones de pesos de la venta de una casa. Leticia, Alfredo, Edmundo, Consuelo, María, Sergio, José Refugio, Martha, Benjamín…
En el extremo del salón, un corral recibe al cerdo que antes sorteaba los autos. Otros cuatro cerdos se acurrucan en el lodo junto a él. ¿Tienen nombre? No importa. Porque aquí hablaremos de mil 302 personas desfalcadas por más de 2 mil millones de pesos (equivalente a más de 100 millones de dólares) y cinco nombres que todos conocen.
VÍCTIMAS. Entre los afectados por el fraude de AJP hay desde personas que invirtieron dinero por la venta de un terreno hasta quienes destinaron la liquidación de más de 30 años de trabajo. La imagen muestra una reunión entre ellos realizada el 16 de abril.
I
Luis Oswaldo, empresario de 51 años y fundador de AJP, cometió uno de los fraudes más grandes en la historia de Jalisco, pero al verse descubierto se suicidó el mediodía del 6 de agosto de 2022 en su residencia de Paseo de los Virreyes 980-A32, en Zapopan. “Herida producida por proyectil de arma de fuego”, consigna el acta de defunción del Registro Civil 16.
De inmediato se filtró la fotografía de su cadáver. Para las 2 de la tarde, la imagen circulaba profusamente en redes, teléfonos de defraudados y grupos policiales. Una agencia profesional de relaciones públicas no habría hecho mejor trabajo.
“¿Quién tomó la foto, por qué la difundieron?”, cuestiona con desconfianza Rosa Isela Becerra. “Tenemos que ser cuidadosos porque nos han pasado cosas”, se justifica. “En una ocasión nos fueron siguiendo; a Marisol (de la comisión de víctimas de AJP) le han robado dos veces”.
En seguida replica una queja recurrente de las víctimas: “Nunca dejaron ver el cadáver, nunca quiso la Fiscalía enseñarlo”.
La dependencia informó a las 19:28 horas de ese día que al ejecutar una orden de cateo “fueron recibidos con disparos de arma de fuego” y “al ingresar a la finca fue localizada una persona de sexo masculino sin vida a quien se le aseguró un arma de fuego, así como una nota póstuma”. La dependencia añadió: “Cabe destacar que durante la agresión, el personal ministerial resultó ileso salvo por el aturdimiento de los disparos que realizó la persona localizada al interior del domicilio”.
Vecinos refirieron a los afectados que nunca escucharon disparos. Un video filmado desde la residencia vecina registra cuando cuatro policías ministeriales ingresan a la finca por la ventana frontal. La abren sin dificultad y entran sin un protocolo policial a pesar de que adentro un hombre les acaba de disparar. Los policías jamás adoptaron una posición defensiva de tiro. Mientras, una mujer los graba y sostiene una hoja.
En la fotografía filtrada, Luis Oswaldo está recostado en la orilla de su cama. El brazo derecho cae ligeramente. Sobre su pecho reposa una pistola tipo escuadra con el cargador recorrido. Su rostro, inclinado a su diestra, mira hacia abajo en dirección a la cruz de un rosario y su racimo de 59 cuentas. El collar parece expelido de su boca como último aliento.
Luis Oswaldo era zurdo, pero la posición de la pistola es de alguien que disparó con la mano derecha. Además, el arma aterrizó, contra las leyes de la física, sobre su pecho.
Emanuel García Márquez observa la foto. Perito en criminología y criminalística, y presidente de la Asociación de Investigadores Forenses en pro de la Justicia de Jalisco, me aclara que su opinión, al no tener el dictamen forense, se basa en una apreciación hipotética a partir de su experiencia.
–Si Luis Oswaldo era zurdo, ¿es normal la posición de la pistola?
–Por la posición del cuerpo, el arma la pudo haber sostenido con la derecha. Hay casos en donde las personas zurdas usan la derecha para ciertas cosas; sin embargo, nueve de cada 10 casos lo hacen con la mano dominante.
–¿Es normal que el arma caiga sobre el pecho?
–Poco común, pero tampoco imposible; aunque estoy casi seguro de que se manipuló la escena y el arma la colocaron ahí…
–¿Por qué lo dice?
–La postura final es atípica, no está completamente acostado sobre la cama, sino de lado en la orilla. Al disparar, la posición más probable era sentado en un costado de la cama, como cuando te pones los zapatos, no hacia la cabecera (como quedó).
Si accionó el arma poniéndosela en la boca, por la fuerza del disparo hubiera caído hacia atrás o incluso el cuerpo se desconecta; es más probable que hubiera caído al suelo. Está en una posición un poco rara, eso es lo que más me brinca…
–¿Es posible simular un suicidio?
–Es posible porque siempre existe la corrupción (recuerda el feminicidio de Ariadna Fernanda en Ciudad de México, en donde un perito determinó como causa de muerte la intoxicación etílica y el otro un traumatismo craneoencefálico. Uno de los dos mintió).
El Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF) rechazó otorgar una entrevista sobre el tema.
En el acta de defunción se lee: “El cuerpo será inhumado en el Recinto de la Paz en Zapopan”. En los registros del panteón aparece Luis Oswaldo Espinoza Marín, pero en palabras de la encargada, el expediente está incompleto: “La funeraria no me sale; es muy raro. Lo único que te puedo decir es que él entró el 16 de agosto”.
II
Principios de los noventa.
Luis Oswaldo tiene 21 años. Estudia Derecho, pero su verdadera carrera –que se alargará 30 años– comienza cuando conoce a su cliente número uno: José de Jesús Acevedo. Este migrante tapatío en Estados Unidos, originario de Santa Cecilia, una de las colonias más marginadas de Guadalajara, le dio sus primeras casas para administrar. Luis Oswaldo tramita y cobra las rentas a cambio de una comisión del 10 por ciento mensual.
Por recomendación de su primer cliente llega su segunda clienta, Sara Ramírez. Con ella, Luis Oswaldo innova. La convence de vender su casa e invertir el dinero con él a cambio de un rendimiento del 2 por ciento mensual.
Ricardo Provincia, hijo de doña Sara, es un hombre de 57 años que maneja un taxi ejecutivo toda la noche. Entre él y toda su familia, hermanos, primos, tíos, perdieron, asegura, unos 15 millones de pesos. Accedió a verme una mañana, en su horario para dormir, a unas cuadras de las oficinas de AJP. Conoció de cerca a Luis Oswaldo, toda su familia lo apreciaba: “Él era muy astuto para los negocios. Por eso yo sé que el señor estuvo limpio los primeros 25 años… hasta que se metió con políticos”.
Luis Oswaldo era amigo de sus clientes. Creaba lazos estrechos. Muchas veces les entregaba personalmente los intereses (siempre en efectivo).
Hay otro personaje clave en esta trama: su secretaria, luego su esposa y ahora su viuda prófuga: Gloria María Suárez Meza. Cinco palabras la describen de pies a cabeza: Gucci, Vuitton, Chanel, Hermès y Vértigo. Ligada al magisterio por su familia, a través de sindicatos y recomendaciones de boca en boca, ella y Luis Oswaldo capturaron más inversiones y clientes. En poco tiempo lograron administrar más de mil viviendas. Esa fue la génesis y el modelo de AJP durante casi tres décadas.
No se trató de un fraude inmobiliario sino financiero. La parte lícita del negocio de las rentas ocultaba el auténtico engaño. Luis Oswaldo, Gloria María y sus cómplices usaron una estafa piramidal o esquema Ponzi. Así llamado por Carlo Ponzi, el inmigrante italiano que en la década de 1920 defraudó a cientos en EU. Ese mismo modelo empleó Bernard Madoff, inversionista de Wall Street arrestado en 2008 y cuyo desfalco superó los 68 mil millones de dólares durante 40 años, el fraude más grande de la historia.
Se resume en una premisa: “Robarle a Juan para pagarle a Pedro”. La pirámide colapsa si deja de haber inversionistas o estos solicitan su efectivo. Por eso estos desfalcos afloran durante las crisis financieras como la provocada por la pandemia.
Un esquema Ponzi funciona de la siguiente manera:
Luis consigue que un centenar de inversores aporten 100 pesos cada uno con un atractivo interés mensual del 2 por ciento, lo que le genera una ganancia de 9 mil 800 pesos porque paga sólo 200 pesos de intereses.
Luis pide a sus primeros clientes que cada uno traiga a otro inversionista con la promesa de darles el 1 por ciento de rentabilidad extra y el mismo 2 por ciento a los recién ingresados a la pirámide.
De esta manera, en un par de meses, Luis ha obtenido 19 mil 500 pesos de ganancia de 200 inversionistas y sólo ha pagado 500 pesos de intereses.
Imaginemos esto multiplicado por mil 302 inversionistas durante 30 años. La cifra, con una cantidad descomunal de ceros a la derecha, es inconcebible.
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DAÑO. Al Vera, inmigrante de 63 años en Estados Unidos, es uno de los afectados por el desfalco. Perdió el patrimonio con el que volvería a Guadalajara a pasar sus últimos años.
A los inversionistas en AJP sólo les entregaban un contrato de dos hojas y un pagaré firmado la mayoría de las veces por Luis Oswaldo y su esposa Gloria María. Se les decía que su dinero era invertido en bienes raíces. Recibían sus intereses mensuales en efectivo y cada uno recomendaba a más inversionistas.
Para algunos defraudados era “razonable” ese rendimiento y modelo de inversión: “Sí le creí porque sé que es posible generar ese tipo de dineros, se puede generar el 2, 4, 6 por ciento de interés porque los bancos te dan centavos por tu dinero”, relató Al Vera, un inmigrante de 63 años en Estados Unidos que perdió su patrimonio con el que volvería a Guadalajara a pasar sus últimos años.
Otros simplemente no se cuestionaron.
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A Luis Oswaldo le apodaban El Ganso por su rostro alargado y la nariz comba que derrapaba en una punta inclinada.
En estado salvaje, un ganso vuela a grandes alturas y largas distancias; sin embargo, domesticado, al facilitarle el alimento, pierde la habilidad de volar. Sólo aletea, chapotea y grazna.
En Guadalajara, Luis Oswaldo encontró el alimento para su negocio: los inversionistas que confiaron en Asesores Jurídicos Profesionales, una empresa que jamás existió.
Este reportaje fue escrito durante el Taller de Periodismo de Investigación y Narrativo, impartido por Quinto Elemento Lab, en el marco del proyecto Capital Mundial del Libro.
Esta es la primera parte de tres entregas de la investigación periodística, a un año de que se destapara en Guadalajara el escándalo de Asesores Jurídicos Profesionales (AJP).