La violación sexual a las mujeres es un grave problema que lamentablemente se presenta en México con más frecuencia de lo que pudiéramos imaginar. Incluso en ocasiones las víctimas han sido o siguen siendo nuestra hija, madre, esposa, hermana, sobrina o amiga y no lo hemos detectado.
Algunos de los mitos relacionados con la violación son:
Mito: Se considera a la violación como un acto sexual aberrante de un degenerado o con mucho vigor sexual.
Realidad: Hoy en día sabemos que el violador puede ser una persona adaptada socialmente, con pareja y con una motivación de poder y control sobre la mujer.
Mito: Si una mujer realmente no quiere, no se le puede forzar. No es posible violar a alguien sin su consentimiento.
Realidad: Muchas mujeres que son violadas se rinden sólo cuando los violadores las amenazan de muerte, normalmente con un cuchillo o con una pistola.
Mito: Las mujeres “lo piden” por la forma en que se visten y la manera en la que actúan; son tan provocativas que el violador sencillamente no se puede resistir.
Realidad: Hay víctimas que lo son desde menores de edad hasta señoras de 90 años. En general, ejercer dominio, control y humillación es la cuestión principal que un violador tiene en cuenta, no el aspecto de las víctimas.
Mito: A las mujeres les gusta ser tratadas violentamente, disfrutan con el sexo no consentido porque, aunque dicen que no, en el fondo están deseándolo.
Realidad: Ninguna de las víctimas de violación ha disfrutado del delito, al contrario, ha sido una experiencia terrible en el presente y aterrorizante también en el futuro.
Mito: Los violadores son pervertidos patológicos y criminales.
Realidad: La literatura científica y clínica existente señala que tienen pareja y gozan de una vida sexual “normal”. Muchos no tienen antecedentes penales y no han llevado a cabo otras actividades criminales.
Mito: La violación es un justo castigo por llevar la mujer una vida cuestionable; si las mujeres permanecieran en casa, estarían seguras.
Realidad: Supone una justificación para coartar la libertad de las mujeres y relegarlas a un papel secundario de servilismo. También con ello se coarta el desarrollo de sus potencialidades y la igualdad con el varón. Además, muchas violaciones ocurren en su propia casa o en otros sitios en los que se desarrolla cotidianamente y en los que “son seguros” (centro laboral, lugares de ocio y esparcimiento, centros comerciales, etc.)
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