�Siapa de la basura?

2023-09-24 06:00:00

La iniciativa de crear un organismo intermunicipal para manejar la basura en cuatro de nueve municipios metropolitanos deja muchas dudas sobre temas prioritarios que tendrían que aclararse en los próximos días.

Aquí resalto solo cuatro puntos sobre el llamado “Siapa de la basura”: los vertederos irregulares, la insuficiencia de rellenos sanitarios, la reducción de residuos y la relación con la ciudadanía.

Sobre el primer punto, que Guadalajara, Tonalá, Tlajomulco y El Salto retiren sus concesiones con la empresa Caabsa Eagle me parece positivo. La empresa ha controlado la política de los residuos tapatíos de forma desastrosa desde los años 90 y su salida llegaría muy tarde. El deficiente servicio de recolección que presta Caabsa es el aspecto menos importante: el verdadero problema está en el destino final.

Durante años, la concesionaria depositó millones de toneladas de basura sin cumplir las normas ambientales. Generó contaminación de la tierra, aire y el agua en los tiraderos Los Laureles y Matatlán, muy cercanos al río Santiago, y también lo hace en La Cajilota, Tlajomulco.

Pero los cuatro municipios no han dejado de pagarle a Caabsa por envenenar la ciudad, y no han aclarado cómo le obligarán a asumir los costos de rehabilitar ambientalmente estos espacios.

Incluso, los municipios ya comenzaron a cubrir el saneamiento, pues Guadalajara destinó 40 millones de pesos para retirar la enorme montaña de desechos a medio quemar que dejó Caabsa en Matatlán de forma ilegal, pero por la que sí cobró.

Eso lleva al segundo punto: los rellenos sanitarios actuales. Cerrados Laureles y Matatlán, el principal lugar donde se entierra nuestra basura es Picachos, en la sierra de Tesistán. El basurero es operado por el municipio de Zapopan, que no formaría parte del organismo intermunicipal ni está claro cómo se coordinarían.

El gobierno de Jalisco autorizó la ampliación de este vertedero con la idea de alargar un poco la operación, dos años más (NTR, 5 de diciembre de 2022).

Y recordemos que no está resuelta al cien por ciento la contaminación que genera ese basurero, asentado en el cauce del río Milpillas, junto con el tiradero vecino operado por la empresa Hasars y que recibe la basura de Tlaquepaque, que tampoco formaría parte del “Siapa de la basura”.

¿Qué va a pasar con la basura de la ciudad cuando termine la vida útil de Picachos a mediano plazo? Los basureros privados de Enerwaste y PASA en Zapotlanejo e Ixtlahuacán de los Membrillos son alejados, pequeños e insuficientes. No hay más ni se conocen nuevos proyectos para el destino final de nuestros desechos. Y en realidad, si vamos al fondo del asunto, no hay un solo lugar adecuado para enterrar la basura. Nunca lo hubo.

Eso lleva al tercer punto: la urgente necesidad de separar y principalmente reducir.

Parece que parte de la sociedad cree que existe el derecho humano a tirar basura. Que el camión recolector pase diariamente en algunas zonas de la ciudad, como exige la población, es un incentivo nocivo. Generar desechos se paga con la salud y el medio ambiente de las zonas de sacrificio en que convertimos a las comunidades ubicadas alrededor de los basureros.

Hasta ahora, los impulsores del “Siapa de la basura” no han presentado propuestas para cumplir la norma de separación de residuos, que es letra muerta desde hace más de una década, ni para reducir la generación de más de un kilo de basura al día por habitante.

Finalmente, si el naciente organismo intermunicipal no involucra a la sociedad en la rendición de cuentas y la toma de decisiones, solo tendremos una nueva institución cara, fallida y alejada de la ciudadanía, como efectivamente pasa con el Siapa.

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