Podemos suponer que Vélez no ha tenido entre sus manos todos y cada uno de los títulos que cita, que algunos de los pasajes han sido recogidos indirectamente de algún otro autor. Pero si nos fiamos de sus palabras, las ha visto todas, pues cuando no es así lo declara sin reparo: “Parafraseola Averroes como lo refiere Copérnico en el capítulo 10 del libro 1° de sus Revoluciones (…)” Y unas líneas más adelante en el manuscrito confiesa: “Erasmo de Reinhold en el precepto 51 de sus Tablas Pruténicas supone haberle comentado. No he visto estos comentarios hi hallado noticia de ellos”
Félix Gómez Crespo, ‘Un astrónomo desconocido. El debate copernicano en El Escorial’, Consejería de Cultura y Turismo, Junta de Castilla y León 2008, pp. 94-95
En las efemérides correspondientes al 19 de febrero si consideramos la historia de la Astronomía hay una peculiar coincidencia cuando todavía estaba en uso el Calendario Juliano: el año de 1473 nació Copérnico, mientras que en 1553 falleció a los 41 años Erasmus Reinhold. ¿Cuál es la relación entre ambos personajes?
De ello nos da cuenta la periodista e historiadora de la ciencia Dava Sobel en su libro Un cielo pluscuamperfecto. Copérnico y la revolución del cosmos (Turner, Madrid 2012, p. 250): “Reinhold se puso de inmediato a ensamblar nuevas tablas de datos planetarios basadas enteramente en los análisis copernicanos”, dichas tablas fueron publicadas con el auspicio del duque Albrecht de Brandenburgo, Prusia, por lo cual fueron llamadas Prutenicae Tabulae (Tablas Prusianas). Si bien precisa Sobel que las tablas de Reinhold “mezclaban los modelos planetarios con una Tierra estacionaria en el centro” (Op. Cit.), recordemos que el cálculo de posiciones más precisas de los planetas visibles a simple vista fue el germen de la revolución iniciada con la obra de Copérnico sobre la correcta disposición del sistema solar.
Luego el recordado doctor Owen Gingerich en su libro The Book Nobody Read. Chasing the Revolutions of Nicolaus Copernicus (Walker & Co., NY 2004) nos relata la sorpresa que le aconteció al estudiar el ejemplar profusamente anotado de la primera edición del libro de Copérnico perteneciente a la colección de libros raros del Royal Observatory en Edimburgo, al tratar de identificar al antiguo lector descubrió que se trataba de Erasmus Reinhold, así inició su estudio de todos los ejemplares de la primera y segunda edición del De revolutionibvs orbium coelestium.
Finalmente, sobre la temprana difusión de las ideas copernicanas nos da cuenta el profesor de la Universidad de Valladolid Félix Gómez Crespo, quien identifica en un manuscrito resguardado en la biblioteca de El Escorial al comentarista y traductor del Almagesto de Ptolomeo, Juan Vélez, quien en su manuscrito Comentarios sobre la Construcción matemática defiende la obra copernicana, Gómez Crespo precisa: “La obra de Vélez, de haber sido publicada, ocuparía, junto a su autor, un lugar destacado en la historia de la astronomía española del siglo XVII”.
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