Superar los 35 grados en la Zona Metropolitana de Guadalajara y otras localidades es una experiencia sin precedentes. Vivimos una intensa y prolongada ola de calor en Jalisco y México.
Hoy las y los tapatíos añoramos y celebramos ese olor a tierra mojada. El bienestar automático que nos genera la sombra de los árboles y el color de sus flores. Las islas de concreto en que habitamos nos sofocan, entristecen y enferman. Esta condición puede y comienza a generarnos estrés y ansiedad climática, conceptos que hasta hace muy poco eran desconocidos y lejanos de nuestra realidad.
¿Cómo hacer frente a la eco-ansiedad que nos produce malestar físico y afecta nuestra salud mental? Una respuesta posible es, participando en tareas y acciones específicas que ayuden a mitigar y combatir el estrés activado por el cambio climático global.
¿No es sorprendente cómo podemos sentimos relajadas y relajados al recibir ese primer rayo de Sol; o cuando respiramos el olor al campo o percibimos el perfume de las flores y plantas que encontramos a nuestro paso? Esta experiencia reconfortante que nos brindan los espacios naturales y los que podemos construir o adaptar, son vitales para nuestro bienestar. La falta de este confort que nos brinda la naturaleza, ligada al cambio climático global, nos produce estrés y angustia climática.
Los expertos en el manejo o administración de desastres sugieren transformar la angustia en acciones a favor del ambiente. Los profesionales dedicados a la gestión de riesgo y la atención de emergencias desde un enfoque psicosocial recomiendan ocuparnos y no preocuparnos. Concretamente, usted y yo podemos respondernos: ¿cómo me cuido?, ¿cómo reaccionó cuando me siento en una situación crítica?, ¿cómo puedo tener un espacio cercano agradable para mí?; ¿qué redes de apoyo tengo y cómo las activo?, ¿qué herramientas o conocimientos puedo adquirir? Y ¿cómo puedo incidir en mi espacio cercano e inmediato?
Aunque no podemos evitar que los desastres sucedan, sí podemos prever y realizar distintas acciones en nuestros espacios, desde la casa, la escuela, oficina o colonia, para que el impacto del cambio climático que vivimos sea menor, porque cada pequeña acción incide y apoya el bienestar que queremos para nosotros y los que nos rodean. Nuestro entorno importa. Hoy podemos comprobar que influye en nuestro bienestar. Llegó el tiempo de ponernos manos a la obra. Una forma de iniciar es respetar, apoyar y aprender de los movimientos que promueven las y los jóvenes y no tan jóvenes, preocupados y ocupados con la separación de residuos; la disminución de plásticos; el reciclado de botellas y la reutilización de materiales y ropa; tengamos apertura y paciencia para involucrarnos en la organización, plantación y mantenimiento de huertos urbanos comunitarios; para compartir el vehículo con compañeras y compañeros de trabajo o vecinos; para evitar la quema de basuras o pastizales en predios baldíos; para contribuir en la limpieza y mantenimiento de los espacios públicos. La suma de una o unas pocas acciones, repercutirá en nuestro bienestar y en el de la comunidad. Llegó nuestra hora.
X: @claudiaacn
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