El gobernador electo Pablo Lemus tiene cinco meses para negociar la paz de todo su sexenio, para sentar las bases de su gobierno y ya empezó con las reuniones y los primeros acuerdos.
Este ambiente de paz sólo podría garantizarse con compromisos políticos con todos los actores que deben allanarle el camino, y disminuir los posibles tropiezos que puedan presentarse, incluso hasta buscar cómo negociar con las piedras en el zapato que serán difíciles de remover.
El primer paso fue tocar tierra con el gobernador en turno, Enrique Alfaro, para hacer una transición pacífica, y obviamente hacer los pactos habituales de evitar persecuciones políticas.
El que va a llegar al cargo de la gubernatura tendrá toda la estructura gubernamental, el dinero y el poder para poder ceder a todos los grupos con los que quiera la paz; se empieza cediendo presupuesto para proyectos, dando trabajo y repartiendo plazas a los amigos, a los conocidos, a los simpatizantes y a las negociaciones que se hicieron en campaña y después de ser electo.
La base para negociar la paz es tener una buena relación con los otros poderes Judicial y Legislativo, donde su antecesor pudo llevar la fiesta en paz e imponerse cuando así le convenía sin importar las consecuencias políticas.
El nuevo gobernante prometió privilegiar el diálogo, los acuerdos y trabajar por todos, pero, ¿qué quiere decir eso?, que repartirá parejo para llevar la fiesta en paz o que impondrá su visión pese a todo. Pronto lo descubriremos y seguramente tendrá éxito si logra en estos cinco meses la alianza de las bancadas parlamentarias que le garanticen la mayoría cuando la necesite.
El Poder Legislativo podría ser su dolor de cabeza debido a su pluralidad, porque si no consigue los acuerdos antes de empezar su gobierno será más difícil.
El bloque opositor de Morena y sus aliados no es una garantía de alianza, porque fueron sus opositores, aunque en cuestión de negocios todo pasa y en todo ceden.
Aquí es donde debe jugar las cartas para convencer a bancadas parlamentarias completas o ir sumando uno a uno, y ¿cómo lo logrará? Intercambiando favores.
Tiene once votos seguros, le faltan diez votos para la mayoría simple, es decir, 21 votos, o 16 para la mayoría calificada, que incluyen nombramientos y cambios a la Constitución local, que son 27.
Lograr que sus proyectos pasen no será fácil, sólo si negocia la paz antes de asumir el cargo podrá empezar a marcar la diferencia porque siempre en estos casos lo que siempre funciona es una negociación de dar lo que te piden para conseguir su respaldo. Y estas dinámicas ya comenzaron.
En la actual legislatura vimos posturas irreconciliables entre Movimiento Ciudadano y Hagamos, y al final, quedaron como amigos al grado de apoyar a la Universidad de Guadalajara para darle su presupuesto constitucional olvidando las ofensas anteriores, y lo mismo pasó recientemente con el PAN, donde también hubo desacuerdos graves que pueden quedar en el olvido pronto.
Dicen que la política es el arte de saber negociar y comer sin hacer gestos, y pues lo vamos a ver muy pronto. ¿Y la sociedad, apá? Ah… ésa es otra historia.
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