La cruda electoral dentro de los entes públicos está vigente, al grado de que están viendo cómo acomodar la ley o jugar con ella al límite para su conveniencia política por los resultados electorales.
El Ayuntamiento de Guadalajara y el Congreso local, recientemente, han dado muestra en estas semanas poselectorales de cómo influye el resultado del 2 de junio en la toma de decisiones. Uno no reconociendo a regidoras que pidieron licencia por campañas y otro sacando convocatorias antes de que se originen nuevos acuerdos políticos.
El colmo en el gobierno de Guadalajara fue utilizar al pleno del Ayuntamiento para mantener al cargo a un regidor que suplía a otro durante el proceso electoral, simplemente porque se cambió de partido político.
Cecilia López Haro llegó a la regiduría para suplir al presidente municipal, Pablo Lemus Navarro, y después pidió licencia para también irse a campaña y la suplió Armando Aviña Villalobos, y cuando quiso regresar se lo impidieron porque había cambiado de partido político y se había sumado a la fracción de Morena, dándole una posición más.
El resto de los ediles se prestaron a votar en una sesión extraordinaria que la integración de ese momento no se moviera para impedir con esta decisión de la mayoría que regresara López Haro con la justificación de pedir la opinión técnica al Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC), lo cual puede derivar en que se den largas hasta que se termine la actual administración.
El riesgo para todos los regidores tapatíos es que empiecen a tomar decisiones con la integración de un pleno que podría ser ilegal, y que después tengan consecuencias legales por ese actuar. Es una lucha de Movimiento Ciudadano contra Morena.
A dos cuadras, en el Congreso local también usan la mayoría para sacar temas que les interesan a Movimiento Ciudadano y sus aliados, en esta cruda electoral, y aquí Morena se une al partido oficial para jugar en la misma cancha por el reparto de cuotas y cuates en cuanto a magistraturas.
Los diputados locales están en las ligas mayores porque aquí hay pastel para repartir entre casi todos los partidos políticos que hay en el estado e incluso hasta darse el lujo de rechazar a quienes estén incómodos sin importar si antes fueron aliados, la cruda electoral pesa más.
La semana pasada, a la presidenta de la mesa directiva del PAN, Claudia Murguía, trataron de amedrentarla con quitarle el cargo por no estar de acuerdo en la emisión de convocatorias, y aunque lo intentaron no fructificó, pero sí negaron la ratificación de un magistrado, que había llegado por cuota del PAN, para poder emitir una convocatoria que pudiera darle esa posición a otra fuerza política.
La cruda electoral surge tanto para los que perdieron y andan buscando cómo permanecer en el cargo y también para los que ganaron y desquitarse de quiénes los hicieron pasar un mal rato porque simplemente pueden hacerlo sin importar el aspecto legal.
Al final, quien gana es el que más argucias legales se sabe, aplica más marrullerías para conseguir su objetivo o el que sabe negociar el valor de sus votos en un trienio.
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