El Área Metropolitana de Guadalajara (AMG) tiene, desde 2019, un Mapa Único de Inundaciones (MUI) que realizan en conjunto dependencias estatales, municipales y expertos, coordinados por el Instituto Metropolitano de Planeación (Imeplan).
En días pasados se dio a conocer que la ciudad ha sumado en este año otros quince sitios recurrentes de inundación, lo que da un total de 371; o sea 47 lugares más, acumulados en sólo cuatro años. Cabe señalar que desde 2021, la Universidad de Guadalajara detectó 500 puntos de inundación en la ciudad.
Las causas de estos riesgos están relacionadas con la impermeabilización del suelo, especialmente sobre las zonas altas que captan la lluvia o sobre los cauces por donde el agua escurre de manera natural y en los que, incluso, se han construido pasos a desnivel o túneles. A ello se suma el mal estado de los colectores y la acumulación de basura que los habitantes botamos a las calles.
En este sentido, expertos de la Universidad de Guadalajara han señalado que el crecimiento urbano sigue siendo la causa principal de las inundaciones y del incremento de zonas de riesgo. Esto significa el fracaso de las políticas remediales y las acciones insuficientes que las autoridades han implementado al respecto. El problema de las inundaciones, han señalado investigadores de la casa de estudios, no se puede limitar a construir canales y conectar colectores, sino a contemplar a la lluvia como elemento central para diseñar las políticas de urbanización y de infraestructura.
De acuerdo con la información del Sistema de Información de Gestión Metropolitana (SIGMet), con el que se construye el Mapa Único de Inundaciones, sólo se ha podido mitigar uno de los casi 400 sitios de anegación, mediante la implementación de infraestructura pluvial. Las autoridades no han solucionado más.
Los municipios que deben atender prioritariamente las zonas de riesgo son Guadalajara, pues registra 21; luego Zapopan, que acumula 19 sitios, y después Tlaquepaque, con 15.
Durante las primeras lluvias de este ciclo estos municipios han encabezado nuevamente la lista de zonas inundadas, es decir, las personas han vuelto a sufrir pérdidas materiales y riesgos por circular en sus coches o andar por las calles.
En el AMG el agua que falta es también el agua que inunda. El problema hace esquina con dos actos que la autoridad debe imponer para lograr el bien común: la infiltración de lluvia y el acceso al agua en la ciudad. El primero tiene que ver con asumir un modelo urbano de prevención de inundaciones, del cual hemos visto más el desazolvamiento de cauces que la inversión en la infraestructura para captar, encauzar e infiltrar agua pluvial. El segundo implica someter al bien común a los empresarios de la construcción, especialmente de la vivienda urbana que han sido partícipes de la especulación para invadir zonas de reserva y de la perversión de este sector para evadir su responsabilidad en la creación de zonas verdes y en el incremento ilimitado de la demanda de agua sin incorporar a la fuente.
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