Rondamos actualmente los 100 días para que tome posesión la nueva presidenta electa del país y, a diferencia de otras transiciones, la integración del equipo que acompañará la nueva administración constituye uno de los temas cruciales en la configuración del próximo modelo de gobernar.
Después del 2 de julio de 2018, cuando el entonces presidente electo confirmó su triunfo, prácticamente comenzó a tomar decisiones del país, bastante tiempo antes de asumir formalmente el cargo. Quizá uno de los momentos más emblemáticos de ese periodo lo constituyó la encuesta para cancelar el seguimiento del aeropuerto internacional de Texcoco. Sin ninguna rigurosidad de procedimiento, porque no importaba, se tomó la decisión de la cancelación y, desde ese punto, el presidente electo asumió las riendas del país, sin importar, para ese momento, cómo estaría configurado su equipo de administración sexenal.
En los tiempos de esa elección, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) contaba con solamente cuatro años de fundado. Se puede considerar que no existió un tiempo claro de estructuración del partido desde una perspectiva institucional, pero sí, como lo indica el nombre de ese instituto político, un movimiento liderado por un paladín carismático que vivió en constante campaña, desde 2006.
El inicio de la toma de decisiones para el país comenzó desde julio de 2018. Convertirse en la administración pública federal, antes de terminar de consolidar la base del partido, generó un esquema de empleabilidad en la administración pública de importantes proporciones, pero no necesariamente de una militancia, establecida desde un partido, comprendiendo la plataforma funcional y organizativa del mismo.
A lo largo de estos seis años se desarrolló un esquema como en la época de autoritarismo priista, al convertir a las bases en administración, sin un desarrollo de partido. Como en la época del priismo, es difícil encontrar la línea divisoria entre partido y gobierno. En todo caso, la línea del partido está subsumida en la de gobierno, desde donde se estructura la plataforma del partido.
La actual transición experimenta una dificultad importante entre la adecuación exclusivamente ideológica para la gestión del país, o bien, diseñar un perfil técnico de operación profesional y organizada de la administración pública. El peso del líder del partido que opera como presidente del país genera que exista una dificultad para establecer mecanismos organizativos de proyección de una gobernanza eficiente porque, en muchos momentos, la gestión pública se sustituye por ideología y a la administración le toca acomodar el escenario para que, en lugar de planes de desarrollo, se ajuste, así sea artificialmente, a tendencias de pensamiento y no de gestión de necesidades y administración de resultados.
El primer trazo que ha dado la virtual presidenta electa plantea ese reto de optar por la eficiencia de resultados técnicos, en lugar de lealtad sin preparación. El próximo jueves 27 vendrá una línea de mayor complejidad en la selección de los postulantes, la línea política y de gestión de programas sociales. El universo de candidatos es, definitivamente, muy estrecho y los candidatos están, en términos generales, en ésta administración. Así pues, viene otro complejo momento en la definición de un proyecto de gobierno, continuidad o continuismo.
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