Francisco es el primer papa que participa en una cumbre de los líderes del mundo, habló de la inteligencia artificial (IA): una “herramienta fascinante” pero al mismo tiempo “tremenda”, expresó, porque es capaz de aportar beneficios o causar daños como todas las herramientas creadas por el hombre desde el principio de la humanidad.
Sentado a la mesa con los líderes de los siete países más ricos del planeta, el papa compartió sus reflexiones sobre la inteligencia artificial, tema que ya había expresado en su mensaje para la 58.ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.
El obispo de Roma se refirió a las oportunidades de esta herramienta, pero también alertó sobre sus riesgos y efectos sobre el futuro de la humanidad.
Su mirada se fijó sobre todo en la guerra, señalando que “en un drama como el de los conflictos armados, es urgente replantearse el desarrollo y la utilización de dispositivos como las llamadas ‘armas autónomas letales’ para prohibir su uso, empezando desde ya por un compromiso efectivo y concreto para introducir un control humano cada vez mayor y significativo”.
Explicó que es un “instrumento extremadamente poderoso”, empleado en numerosas áreas de la actividad humana: de la medicina al mundo laboral, de la cultura al ámbito de la comunicación, de la educación a la política. “Y es lícito suponer, entonces, que su uso influirá cada vez más en nuestro modo de vivir, en nuestras relaciones sociales y en el futuro, incluso en la manera en que concebimos nuestra identidad como seres humanos”.
Resaltó que ante este panorama, el ser humano es el que debe tomar las decisiones. “Frente a los prodigios de las máquinas, que parecen saber elegir de manera independiente, debemos tener bien claro que al ser humano le corresponde siempre la decisión, incluso con los tonos dramáticos y urgentes con que a veces ésta se presenta en nuestra vida”.
Subrayó, que la inteligencia artificial podría permitir una democratización del acceso al saber, el progreso exponencial de la investigación científica, la posibilidad de delegar a las máquinas los trabajos desgastantes; pero, al mismo tiempo, podría traer consigo una mayor inequidad entre naciones avanzadas y naciones en vías de desarrollo, entre clases sociales dominantes y clases sociales oprimidas, poniendo así en peligro la posibilidad de una “cultura del encuentro” y favoreciendo una “cultura del descarte”.
Ante estas realidades, para algunos analistas de iglesia, como José Manuel Vidal, de “Religión digital”, la presencia del papa pudo haber sido más profética, con un discurso más provocador ante los amos del mundo.
Y ponen como ejemplo, un no-discurso del papa a los amos del mundo: ¡En nombre de Dios, hagan la paz! “Algo me dice por dentro, quizás sea una moción del Espíritu, que deje los discursos y aproveche esta enorme oportunidad que me brindan para hablarles desde el corazón”.
“Ustedes son los amos del mundo. Para lo bueno y para lo malo. Párenle los pies a la industria armamentística, que está ganando fortunas a costa de sembrar el mundo de cadáveres”.
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