Las lluvias intensas de las últimas semanas evidenciaron lo poco preparados que estamos para afrontarlas, no sólo como habitantes de una casa o como conductores, sino también como gobiernos de todos los niveles para advertir de los lugares en riesgo.
Me contaron que inicialmente las autoridades municipales y estatales eran reticentes en poner una advertencia del riesgo de inundación en el paso a desnivel de Niños Héroes y Washington, porque pensaban que era una mala imagen.
Supongo que lo mismo pasa ahora para poder señalar aquellas zonas que frecuentemente se inundan al grado de poner en riesgo la vida de otros.
Cuando menos las autoridades deberían poner señalamientos llamativos y claros en los cruces viales de arroyos o canales para que la gente, especialmente la que es ajena a la zona y tenga que pasar por ahí bajo una lluvia, le sea evidente la peligrosidad del punto.
Lamentablemente en este temporal conocemos dos casos, donde los vehículos fueron llevados por la corriente cuando intentaron cruzar por puntos que desconocían de su peligrosidad por no ser de ahí y por estar bajo la lluvia y también la oscuridad.
En unos instantes, los vehículos son arrastrados por la corriente, jalados sin que sus ocupantes puedan salir de ahí, quizás porque no sabían que no era sólo un cruce de calle, sino que era un cruce de un canal, con una corriente de agua muy fuerte.
Los sustos también se dan en las vialidades que uno transita con normalidad, porque ahora el agua se encharca en puntos donde llega a alcanzar niveles de hasta dos metros donde tapa los vehículos.
Esto último ocurrió en López Mateos y Popocatépetl, un lugar que sabemos que se suele inundar, pero que ahora sorprendió por los niveles que alcanzó y la rapidez en que ocurrió, dejando no sólo automóviles varados, sino también gente atrapada que no alcanzó a salir o evadir ese punto. Y que tampoco sabe qué hacer en esos casos cuando quedan atrapados.
Aquí las autoridades metropolitanas deben hacer una campaña intensa de difusión de los puntos peligrosos para que sean conocidos por todos, y también físicamente colocar señalética en esas zonas para que cualquiera que pase por ahí sepa que en lluvia es peligroso.
Si daña la imagen de la ciudad, ahuyenta a los turistas o provoca miedo a la población es mejor pecar en prevención.
Las autoridades de todos los niveles están obligadas a hacer algo, lo que sea, pero que sea efectivo para disminuir los percances y ponerse como meta que haya menos víctimas, en pocas palabras evitar que la cifra pueda crecer en este temporal.
También es su responsabilidad advertir lo que sí se debe hacer y lo que no se debe de hacer, ante ciertas situaciones como en las que otros han perdido la vida, porque si gastan millones de pesos en promoción de “logros”, autopromoción y datos que no son relevantes, pueden gastar algunos cuantos pesos en señalética y difusión en zonas de riesgos por lluvias y tormentas. Aquí deben ser ingeniosos y usar sus campañas creativas.
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