Hace algunos años un experto en agricultura orgánica me explicó la diferencia entre productividad y fertilidad del suelo. La primera se refiere a la cantidad de alimentos que se pueden obtener de un terreno determinado. Mientras más se obtengan más productivo es. Por otro lado, la fertilidad se refiere a la capacidad de la tierra para nutrir las plantas que crecen en ella.
El problema, me decía, es que la productividad y la fertilidad no siempre van de la mano. En el caso de las empresas agroproductoras, que quieren obtener el máximo rendimiento de su inversión, desarrollan las estrategias más productivas posibles, aunque eso implica que las tierras que utilicen, muchas veces arrendadas, no sean capaces de producir nada más en un futuro cercano, porque agotaron su fertilidad. En cambio, quienes viven de la tierra buscan equilibrar la fertilidad y productividad, puesto que necesitan que siga produciendo por muchos años.
Esto lo traigo a cuento, porque la semana pasada el Inegi presentó los resultados del Censo Nacional de Poderes Legislativos Estatales (CNPLE) 2023, que ofrece datos para valorar el desempeño de los Congresos y las personas legisladoras de cada estado de México durante los años 2022 y 2023, y uno de los que más me llamó la atención es el que dice que en ese periodo se presentaron 27 mil 494 iniciativas, y que, de ese total, Jalisco concentró el 12.4 por ciento, es decir, 3 mil 401 iniciativas.
Ese dato, por sí mismo, habla de una alta productividad por parte del Congreso de Jalisco, puesto que ningún otro produjo tantas iniciativas. El que más se acercó fue el de Veracruz, que presentó 2 mil 315. Sin embargo, al parecer en el caso de los Poderes Legislativos, la productividad también parece estar reñida con la fertilidad, en el sentido de que los recursos del Congreso se pueden agotar en producir iniciativas de ley, que no necesariamente crean las condiciones para mejorar la calidad de los bienes y servicios públicos, o mejorar la posibilidad de disfrute de los derechos humanos de la población.
Por ejemplo, aunque el Congreso de Jalisco haya sido el más productivo del país, no ha aprobado las reformas legales necesarias para despenalizar el aborto, pese a que un tribunal le ordenó hacerlo, porque imponer cualquier tipo de sanción a una persona que aborta es una violación a sus derechos humanos. Por otro lado, tampoco se aprobó la tipificación del delito de violencia vicaria, pese a que el Poder Judicial de la Federación ya determinó que es un delito que va en contra de las mujeres.
Otra situación por considerar es que tanta “productividad” del Congreso de Jalisco no incluyó la realización de comparecencias de personas servidoras públicas. De hecho, fue uno de los nueve Congresos en los que no se llevó a cabo ninguna, en el periodo analizado, pese a que la calidad del agua en el Área Metropolitana de Guadalajara es muy mala, o que nuestro estado es el que más personas desaparecidas tiene.
¿Usted qué prefiere, un Congreso productivo o uno fértil?
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