Parece que el regreso a clases inyectó una nueva dinámica no sólo a las familias con estudiantes, sino a toda la sociedad por los cambios que conlleva en vialidades y en el ánimo colectivo.
Este inicio de un nuevo ciclo escolar parece como si fuera la incursión a un año nuevo porque el reloj debe reiniciarse y ajustarse para reorganizar las vidas de las familias, de las colonias, de la sociedad y de las autoridades.
El incremento en el tráfico vehicular se hizo evidente y sigue siendo una calamidad, y lo será ya por siempre mientras llegan las vacaciones porque de las autoridades poco se puede esperar en soluciones.
La vacación se terminó y se notó porque el tictac del reloj se mantiene sin pausa y la tranquilidad vial y de la cotidianeidad se acabó; ya no se puede circular sin prisas y sin estrés.
El inicio de clases no sólo se trató del comienzo de los estudios de primaria a bachillerato y algunas universidades, sino también de las actividades que conlleva esta dinámica, como dejar los niños en las clases extracurriculares, con los abuelos, los familiares o los amigos al salir de la escuela para poder seguir la jornada laboral o preocuparse por llevarlos a las actividades sociales y familiares.
Todo eso se transforma en nuevos detonantes de estrés para todos, con o sin hijos, al colectivo le afecta porque es un cambio que transforma la dinámica social y provoca la reflexión pensando si esto puede mejorar.
El relax que ofrece el período vacacional no sólo es físico, sino también mental en saber que es un período de tranquilidad, y ahora que los planteles educativos volvieron a la vida, también lo hace la ciudad por todo lo que se mueve alrededor: los proveedores de servicios, los de alimentos, de artículos consumibles, el transporte, toda una economía que se reactiva.
A diferencia de otros años, también se suma el cambio de administración de autoridades, de los tres niveles de gobierno y poderes legislativos federal y estatal, las cuales tienen que ponerse las pilas para dar la seguridad vial que demandan los ciudadanos y garantizar que sean espacios seguros, y aquí es donde nos resurge el estrés de saber que estamos solos.
Los problemas de accidentes, de robos, de secuestros exprés, de sobornos y un sinfín de conductas ilegales se intensifican al incrementarse la actividad social.
Esto se está emparejando con la dinámica de cambio de las autoridades, que prometen mucho y vemos pocas acciones. Un nuevo periodo arrancará para transformarlo todo, es un nuevo año en septiembre, con deseos por cumplir sin pensar que la anualidad se está agotando.
Ya no importa revisar la lista de propósitos, sino de ser coherentes en terminar con ahínco lo que resta del año, ahora que vuelve a empezar una nueva dinámica social. Es nuestra última oportunidad para exigir cuentas a los que salen sobre sus promesas incumplidas y exigir a los nuevos hacer las cosas diferentes. Si no reflexionamos, terminaremos el 2024 decepcionados.
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