Como expresa Mario Benedetti en su poema Pausa: “De vez en cuando hay que hacer una pausa contemplarse a sí mismo sin la fruición cotidiana, examinar el pasado rubro por rubro, etapa por etapa, baldosa por baldosa, y no llorarse las mentiras sino cantarse las verdades”.
Contemplarse a sí mismo sin la fruición cotidiana…
Estamos siendo testigos del debilitamiento de liderazgos ciudadanos, del aplanamiento de organizaciones civiles y de los partidos de oposición como un elemento más del nuevo esquema de dominación política que está avanzando en México.
El nuevo andamiaje político pretende obtener sus más grandes logros políticos, con el avasallamiento completo de la oposición, de los partidos de oposición, de la sociedad civil, y de las organizaciones empresariales, de los medios de comunicación y de las universidades e instituciones educativas independientes y críticas.
Examinar el pasado rubro por rubro…
Cuando se dice que, con la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y la mayoría en el Senado, se supone que el gobierno federal no tendría contrapesos, en opinión del economista Ignacio Román y varios analistas, “no olvidemos que el poder real está fuera de los muros del Congreso de la Unión o de la Suprema Corte”.
Los grandes poderes económicos e internacionales que operan en México seguirán siendo atendidos y cuidados en extremo para evitar fracturas, tal y como lo ha hecho el actual presidente. Estos contrapesos externos tienen mayor significación que las universidades, medios de comunicación y las iglesias.
Poniendo el dedo en la llaga, para tener una atención a la salud como en Dinamarca, nuestro país tendría que cobrar impuestos como en Dinamarca. Tendría entonces que haber una reforma fiscal a fondo.
Etapa por etapa…
Nuestros pendientes más urgentes son la violencia salvaje que no nos da respiro, la inseguridad cotidiana en toda la estructura social, la dependencia ante los Estados Unidos, el deterioro ambiental enmarcado en el cambio climático, la hiperconcentración de la población en unas cuantas ciudades, nuestros conflictos migratorios, la exclusión social de la población migrante y de los pueblos originarios, la continuidad en el crecimiento de fortunas exorbitantes a costa del resto del país, y notablemente la crisis de la seguridad social de la mayoría de la población mexicana.
Baldosa por baldosa…
Aunque el rumbo está marcado, no podemos decir que todo está perdido. Siempre hay una esperanza. Los ciudadanos tenemos claro que el camino de reconstrucción comienza desde lo local, como se ha expresado en la Agenda Nacional por la Paz, reconstruyendo el tejido social, trabajando desde la familia y las nuevas generaciones, concientizando a las comunidades y autoridades más cercanas.
Y no llorarse las mentiras, sino cantarse las verdades…
Vienen tiempos difíciles, de lucha y mucho trabajo, pero seamos optimistas, también muy críticos, pero con argumentos y con una voluntad constructiva.
No podemos dejarnos dominar por el pesimismo sino contemplar la fortaleza de esta sociedad mexicana y preguntarnos por dónde continuar para salir adelante. Sin duda, necesitamos nuevos liderazgos políticos que tengan autoridad moral para animar la participación ciudadana que está viva y presente para construir un México con justicia y en paz.
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