Si en algo se destacó el presidente Andrés Manuel López Obrador en su gestión que ayer terminó fue en su estrategia de comunicación. A través de la conferencia de prensa matutina abasteció a sus youtubers, puso temas en las mesas y en los chats y marcó la agenda de un país, a favor y en contra.
Su disciplina para estar frente al micrófono desde temprano le permitió no solamente colocar agenda, sino responder a primera hora las publicaciones de los medios de comunicación y desacreditar a todos los que pensaban diferente a él. Logró interesar a sectores de la población que se habían alejado de las noticias y que, a cambio de programas o de discursos a favor de los pobres y en contra de los poderosos, se convirtieron en sus seguidores.
La conferencia de prensa matutina o “mañanera”, como se le llamó coloquialmente, fue el sistema de abasto informativo del país. Ningún político, ni siquiera los que se han gastado cientos de millones de pesos en asesorías y empresas de comunicación, lograron ese objetivo.
Los temas que el presidente colocó fueron parte de la discusión política, de la información en los medios de comunicación, de los análisis de expertos, pero también de las discusiones familiares, de las diferencias en redes sociales y en los chats de amigos o compañeros de trabajo.
Hace unos meses una vecina me pidió que le ayudara a armar su expediente para renovar su pensión de adulto mayor. Entre sus documentos estaba una copia de su CURP que, me aseguró, no le servía. Le dije que esa clave no cambiaba. Pero ella me explicó que en la copia que ella tenía, en la parte inferior aparecía el nombre de “Adán Augusto” y que la nueva secretaria era “María Alcalde”.
Cuento esta anécdota porque me llamó la atención la familiaridad con la que se refirió a funcionarios cuya función, más política, normalmente escapa al común de los ciudadanos. Así que le pregunté cómo sabía que se había dado ese cambio en el gabinete y me dijo orgullosa que todos los días veía a su presidente.
Los adultos mayores se convirtieron en un público cautivo de las conferencias matutinas, ese mismo sector de la población que hace tiempo dejó de interesarse en las noticias. En los últimos días he platicado con algunos adultos mayores que conozco al respecto, algunos incluso me aseguraron que después de la conferencia ven a los youtubers que “analizan” lo que había dicho el presidente.
López Obrador tiene más de 11 millones de seguidores en la plataforma de X (antes Twitter). Eso equivale, solo por poner un ejemplo, a 16 veces los seguidores del gobernador Enrique Alfaro; 55 por ciento más que el ex presidente Enrique Peña Nieto; 11 veces los que tiene la ex candidata de la oposición, Xóchitl Gálvez y casi cuatro veces los de la nueva presidenta, Claudia Sheinbaum.
Utilizó su discurso de hombre mayor, de hablar lento, de dichos viejos, pero con herramientas nuevas y sí, con un gran despliegue de recursos públicos, para aceitar su máquina de comunicación.
Pero nadie puede discutir que tuvo éxito. Que comunicó lo que quiso, como quiso y lo llevó a donde él decidió. Logró marcar la agenda incluso en los medios de comunicación que le fueron adversos e imponer sus temas por encima de las investigaciones periodísticas serias.
Difícilmente un fenómeno de comunicación como este se repetirá. Para bien y para mal.
[email protected]
jl/I
|