El inicio de un nuevo sexenio en el país genera diversos pensamientos, emociones y movilizaciones en los mexicanos. Con Claudia Sheinbaum llega a la Presidencia de la República, por primera ocasión, una mujer, científica, inteligente, con antecedentes de luchadora estudiantil y experiencia en la administración pública tras encabezar el gobierno de la Ciudad de México. Tomó ayer posesión del cargo con un respaldo político-electoral abultado, mayoritario, de 35.9 millones de votantes, que representan a 59.7 por ciento del electorado. La esperanza de que sea una mejor administración cala el ánimo de la mayoría de los mexicanos.
Sheinbaum integró un buen equipo, en lo general, que la acompañará en el arranque del trasiego sexenal. Sin embargo, que México cuente con una presidenta y un gabinete con buen perfil no es suficiente. Por un lado, son diversos los factores externos, nacionales e internacionales, fuera del alcance de los mandatarios. Por ejemplo, pronto afectarán al país quién triunfe en las elecciones en Estados Unidos, influyen los movimientos en las bolsas de valores internacionales, o bien ocurren situaciones imprevistas, como fenómenos meteorológicos o sanitarios desastrosos, los cuales padecimos en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador.
Por otro lado, Sheinbaum llega con una pesada carga política, administrativa y financiera que le dejó, y en parte avaló, la ahora presidenta. Es el caso, por mencionar algunos, la militarización del país llevada al extremo por López Obrador; la alarmante inseguridad pública, impunidad y territorios en manos delictivas; el escaso crecimiento del producto interno bruto; la política migratoria sujetada por los intereses de Estados Unidos; el desdén a la dolorosa tragedia de las más de 100 mil personas desaparecidas; la crisis de derechos humanos con un organismo defensor sumiso; una deuda billonaria disparada que compromete al erario; programas sociales que requieren ingentes y crecientes recursos económicos; desaparición y futuro control del poco defendible Poder Judicial; obsesivas agresiones desde palacio presidencial a los críticos de la 4T; considerable número de familias que todavía viven en la marginación; periodistas, mujeres y defensores de derechos humanos asesinados; un puñado de empresarios que aumentaron su poderío y un sistema de salud que no garantiza el bienestar del conjunto de mexicanos. Tendrá que sosegar Sheinbaum la mala consejera que es la soberbia, que se esparce en filas y personajes morenistas, al igual que sucedió con partidos antecesores.
Medidas emprendidas por López Obrador, que repercutieron en amplias capas sociales, sirven de respaldo a Sheinbaum. Ahí están los diversos programas sociales que benefician a millones de adultos mayores y otros sectores; la salida de la pobreza de amplias capas; la disminución del desempleo; el control de la inflación; las reformas laborales, como desaparecer el outsourcing; los aumentos a los salarios mínimos e implantar un discurso que reivindica los derechos de los marginados y explotados por un sistema político favorable a las diferentes élites.
Son altas las expectativas sobre lo que será la histórica administración de Sheinbaum. Que dirija con arrojo y prudencia, con frialdad y corazón, a favor de las mayorías, generando amplios consensos, aplacando a las minorías fascistas, convocando y sumando a la población a cambios radicales y necesarios para nuestro hermoso país. Es deseable que logre una renovación que sea alegre, mágica y espiritual. Lo merecemos.
X: @SergioRenedDios
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