Es probable que usted se haya enterado de que el gobernador Enrique Alfaro entregó recientemente su último Informe de Gobierno al Congreso de Jalisco. Lo afirmo porque es un evento que se presta para la difusión a través de varios medios de comunicación, debido a que para esa ocasión se reúnen quienes encabezan los tres poderes del estado, así como otras autoridades.
La presentación de un informe de lo que un gobernador hizo con los recursos públicos que la población puso a su disposición es un ejercicio sumamente importante en una democracia, y por eso se le entrega directamente a quienes representan al pueblo de Jalisco, las personas a cargo del Poder Legislativo.
Sin embargo, el acto de entrega del informe es apenas el primer paso de un ejercicio de rendición de cuentas, al que deben seguir otros, entre los cuales se encuentra la revisión de los resultados por parte de quienes nos representan en el Congreso. Esta etapa se conoce como la glosa del informe.
La glosa suele pasar desapercibida, porque el formato más común es que representantes de las diversas instancias del Poder Ejecutivo, agrupadas temáticamente, comparecen ante las comisiones legislativas que las supervisan, y se le da tiempo a cada persona para exponer lo que considera más relevante de su desempeño, y luego tienen que contestar las preguntas de las personas legisladoras presentes, que casi siempre son pocas, porque al parecer el ejercicio no les resulta interesante.
Como se podrá imaginar, no hay mucha variedad en lo que se hace, a menos de que alguien desee lucirse, y entonces formula preguntas que tratan de meter en aprietos a quien está exponiendo, o simplemente emite juicios de valor, muy estridentes, pero rara vez sostenidos en evidencias, así que quienes participan en la glosa solo acuden a cumplir un requisito.
Esto es desafortunado, porque justamente la glosa tendría que servir para que nuestras instituciones públicas recuperen su experiencia, y obtengan los aprendizajes pertinentes, para ir mejorando cada vez más su desempeño. Pero eso requeriría un interés legislativo que no suele mostrarse.
De hecho, me parece que las glosas más interesantes se llevaron a cabo bajo la administración de Aristóteles Sandoval, pero no me refiero a las oficiales, sino a las que se denominaron glosas ciudadanas, en las que representantes de la academia, la sociedad civil y la iniciativa privada, formulaban preguntas a profundidad sobre los resultados obtenidos, y los criterios utilizados para decidir cómo y en qué invertir los recursos públicos. De aquellas glosas se recuperaron datos muy relevantes, porque eran los que una parte de la ciudadanía consideraba importantes.
Ya he propuesto en este espacio que el Congreso de Jalisco debería actuar como un parlamento abierto, y para eso una buena práctica consistiría en integrar la participación ciudadana dentro de la glosa, de manera que quienes integran el gabinete del Ejecutivo y quienes nos representan se den cuenta de qué resulta relevante para la ciudanía, y la ciudadanía comprenda mejor los procesos institucionales y la toma de decisiones.
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