¿Sabía usted que en el mundo una mujer es asesinada cada 10 minutos?
Por situaciones de violencia contra las mujeres, como el feminicidio, que es el límite extremo, es que se haya designado que el 25 de noviembre de cada año como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Sé que hay muchas personas, especialmente varones, que se cuestionan por qué se pone tanto énfasis en la violencia contra la mujer, y no se dedica tiempo a evitar la violencia contra los hombres. Al respecto, es muy importante tomar nota de que las mujeres están expuestas a ser violentadas por el solo hecho de serlo, mientras que la mayor parte de la violencia experimentada por los varones no está ligada con su género, sino con otras circunstancias.
De hecho, es importante que los varones reconozcamos un hecho: en la mayor parte de los casos, son varones quienes agreden a mujeres. No faltará quien recuerde la anécdota de una mujer que golpeó a un hombre, por quién sabe qué, pero es eso, una anécdota, algo llamativo porque es poco frecuente.
Le invito a hacer un repaso: cuando alguien hace referencia a una violación, actos sexuales forzados, insinuaciones sexuales no deseadas, abuso sexual infantil, matrimonio forzado, acecho, acoso callejero y cibernético, ¿qué género es el que lleva a cabo esos actos en su gran mayoría? ¿Qué género es el que se beneficia de la trata de personas? ¿Qué género es el que domina en los casos de matrimonio infantil, es decir, cuando uno de los cónyuges es menor de edad? Y en las relaciones de pareja, ¿qué género suele ser el que lleva a cabo el maltrato físico y psicológico, la violación conyugal y hasta el femicidio?
Si usted trata de responder de manera sincera esas preguntas podría coincidir conmigo en que la violencia en contra de las mujeres es un asunto de hombres, en el sentido de que somos quienes la ejercemos, algunos con mayor conciencia que otros, algunos de manera más grave que otros, pero finalmente los hombres tenemos necesidad de aprender a convivir de manera pacífica con las mujeres, para que esta situación cambie.
En ese sentido, vale la pena recuperar los esfuerzos que se están llevando a cabo en todo el mundo para que los varones nos demos cuenta de que hay otras formas de vivir nuestra masculinidad. Es decir, se puede ser varón sin necesidad de ser violento.
Podemos vivir nuestra masculinidad de manera cooperativa, en vez de querer dominar a los varones y, sobre todo, a las mujeres a nuestro alrededor. También podemos vivirla en contacto con nuestros sentimientos, especialmente aquellos que nos recuerdan nuestra vulnerabilidad, sin que esto implique que valemos menos, aunque así nos lo hayan hecho creer quienes nos criaron.
Si aún lo está pensando, le puedo comentar que es más probable que usted y quienes le rodean puedan vivir de manera más satisfactoria si se atreve a vivir una masculinidad compatible con la paz, que construye y acepta.
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