Me vienen a la mente ahora algunos recuerdos contradictorios. Por un lado, tengo vívidas y muy gratas memorias de mi juventud temprana y, por el otro, algunas vivencias fueron más bien agridulces.
Me explico. Al llegar al bachillerato, con el inicio del llamado Movimiento del 68 prácticamente en la puerta de mi escuela la vocacional 2, mis inquietudes me llevaron a una activa, aunque breve, participación en aquellos primeros hechos de violencia. De eso tomaron cumplida nota las autoridades escolares, que me negaron la inscripción al segundo grado.
Lo anterior llevó a mi padre a cambiarme a otro colegio: la Escuela Bancaria y Comercial, ubicada entonces en Paseo de la Reforma, a un costado de la Zona Rosa en la CDMX. Ahí me las ingenié para irme a arreglar el mundo al café casi todos los días. Lo que llevó a un cambio más: al ISEC en la colonia del Valle, con la amenaza de irme a la zafra del azúcar si no me aplicaba en los estudios.
Al terminar finalmente el bachillerato di tumbos de un lado para otro. Reconozco que la desorientación me dominaba, generando en mis padres una angustia y desasosiego tremendos. De ahí viene ese sabor agridulce de aquellos años.
Por otro lado, la sensación de libertad, las mañanas de café, las reuniones con los amigos, las fiestas, las acampadas y excursiones y tantas otras experiencias vividas intensamente me provocan muy gratos recuerdos de esa época de mi vida, que se enturbia por la sensación de fracaso que tenía respecto del incumplimiento de mis obligaciones y deberes. No correspondía a quienes habían visto en mí un futuro prominente y les fallé.
Pienso en esto ahora que está por terminar el periodo de Enrique Alfaro Ramírez al frente de gobierno de Jalisco, al que puedo referirme sin duda como un fracaso. Hay, como en todo, algunos resultados, pero, en temas relevantes para la ciudadanía que lo eligió, ha fallado, aunque lo niegue.
La principal falla es, sin duda, en seguridad pública. En NTR se han publicado trabajos que muestran a Jalisco, de acuerdo con cifras difundidas por instituciones, como uno de los principales estados en los rubros de asesinatos, masacres y, espacialmente, desapariciones. A la fecha, permanecen sin encontrar más de 15 mil personas y, según datos disponibles, el gobierno actual aportó a la estadística varios miles de ellos.
En el servicio de agua potable hay importantes fallas: el suministro intermitente en muchas zonas, la entrega de agua sucia que es todo menos potable y, que, a pesar de las fallas habrá un incremento en el costo de este pésimo servicio a partir de enero.
Capítulo aparte es el tema del río Santiago, el más importante de la entidad, que es prácticamente un río muerto, el saneamiento ofrecido por Enrique Alfaro no se cumplió, si se abrieron nuevas plantas de saneamiento y se arreglaron algunas existentes, pero no hubo la voluntad política para meter al orden a las empresas que lo contaminan en los corredores industriales existentes. El río sigue enfermando y matando a los jaliscienses.
Quedará en la historia como el peor sexenio en muchos años.
Así sea.
X: @benortega
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