Este jueves concluye el que, sin lugar a dudas, ha sido el peor sexenio para los medios de comunicación en Jalisco. Admito que no me tocó vivir como reportera aquellos tiempos del control total del Partido Revolucionario Institucional (PRI), por lo que mi afirmación parte de mi experiencia. El de Enrique Alfaro Ramírez fue un sexenio de agresiones, violencia, opacidad, censura y presiones a la prensa.
Cuando comenzó, el gobierno de Enrique Alfaro apostó por la comunicación vía empresas privadas, creadas a la par que él llegó a la presidencia municipal de Tlajomulco de Zúñiga y que han tenido prácticamente como clientes únicos a los gobiernos de Movimiento Ciudadano.
La estructura de comunicación está conformada por Euzen, empresa contratada para la generación de contenido y estrategia; La Covacha, que armaba los productos, e Indatcom, que pautaba en redes sociales y colocaba la información en Internet.
El trabajo se complementa desde las áreas de comunicación social. Desde las empresas se decidió a los dos titulares de esa área en el gobierno del estado, quien a su vez determinaba el presupuesto que debía destinarse a las empresas. Además, la comunicación se centralizó. Desde comunicación social de gobierno del estado se tomaban todas las decisiones de las áreas de comunicación en todas las dependencias, pero incluso de ayuntamientos naranjas y hasta del Congreso del Estado. Nadie desentonó.
Este esquema permitió un control completo de la información, coronado por la determinación de que el gobernador Enrique Alfaro se convirtiera prácticamente en el único vocero de su gobierno.
Alguna vez un alto funcionario de Movimiento Ciudadano, que me dijo no estar de acuerdo con este esquema e incluso cuando tuvo oportunidad canceló algunos contratos, me aseguró que más que una estrategia era un negocio. Las empresas convencieron a Enrique Alfaro de que así podía controlar la información porque eso les permitía a ellos tener el control absoluto sobre las millonarias bolsas de comunicación del Poder Ejecutivo, el Legislativo, los ayuntamientos y los organismos desconcentrados. A cambio, no había “entregables”, no había indicadores para medir su eficiencia ni rendían cuentas.
Con el transcurso del gobierno, Enrique Alfaro se dio cuenta de que la estrategia no era efectiva, porque no tenía incidencia en los contenidos de los medios de comunicación tradicionales, por lo que hubo un cambio radical y la chequera se abrió para todos aquellos que estaban interesados.
A cambio de los recursos que entregaba, el gobierno del estado asumió el control editorial de los medios que recibieron contratos. Los que no aceptaron, en cambio, fueron blanco de agresiones, bloqueos para acceder a la información y, sobre todo, descalificaciones por parte del mandatario.
La falta de resultados en áreas que afectan a los ciudadanos como la seguridad, el transporte, la movilidad, el agua, la recolección de basura, llevaron a que la estrategia de comunicación en redes sociales se revirtiera al gobernador Enrique Alfaro, quien ante cualquier publicación recibía comentarios negativos y hasta agresivos. Esto llevó a un gran desgaste en la relación con las empresas, que terminó con la ruptura con quien encabezaba, Rafael Valenzuela, propietario de Euzen.
El viernes comienza un nuevo gobierno. Hasta ahora el gobernador electo Pablo Lemus también se ha alineado a la estrategia que han marcado las empresas de comunicación. Sin embargo, al menos podemos esperar que en su relación con los medios de comunicación prive el respeto. Es lo único que pedimos.
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