Hay una agenda que el reciente gobernador de Jalisco tiene implícita y resulta altamente relevante debido a su cercanía con el sector empresarial. En materia de medio ambiente, Pablo Lemus ha colocado tres riendas desde las cuales caminará la política ambiental del estado y que reflejan en sus metas, la alta responsabilidad del empresariado.
Desde la Secretaría de Medio Ambiente, el énfasis (aunque no es lo único) está puesto en la protección de los bosques y el agua (desde la conservación de los cuerpos de agua y el saneamiento, hasta la responsabilidad para su uso). La nueva Secretaría de Desarrollo Energético Sustentable buscará disminuir el consumo y generar energías renovables, especialmente en zonas rurales y marginadas. Desde la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural se impulsará el liderazgo del sector agroindustrial en los mercados globales, el desarrollo humano es el sello de esta meta.
El desafío consiste en equilibrar el quehacer de estas instancias, a fin de que el medio ambiente no resulte supeditado a la competitividad y el crecimiento agroindustrial en los mercados internacionales, como ya ha pasado en nuestro estado.
Un reto y también una oportunidad que une a estas secretarías, y que no se encuentra explícito en los compromisos de las agendas mostradas durante la presentación del gabinete del nuevo gobierno estatal, es la de impulsar el papel ambiental empresarial por medio de la práctica de una ética ejemplar.
Es decir, en materia ambiental, este gobierno tiene posibilidades desafiantes para que el paradigma empresarial asuma inéditamente los instrumentos de exigencia y evaluación ambientales con los que este sector puede mejorar la calidad de vida de los habitantes de Jalisco y superar su identidad depredadora ambiental.
Transitar a este nuevo desarrollo empresarial en Jalisco es desafiante dado que en nuestro estado más bien abunda la negligencia para asumir las exigencias ambientales, la corrupción para evadir el marco legal y la resistencia a asumir las responsabilidades de mitigar los efectos adversos de la producción. Mucho menos se construye una ética de prácticas empresariales ambientales.
La contaminación del río Santiago, la sobreexplotación de los manantiales, la deforestación, el cambio de uso del suelo, el maltrato animal para producción, el despojo de tierras y aguas a sectores más empobrecidos, el saqueo de madera o de especies protegidas, la cacería furtiva, la contaminación por agroquímicos, entre otras, son prácticas frecuentes impulsadas por empresas y negocios acostumbrados a un modelo que ya resulta caduco desde el punto de vista ambiental.
Los movimientos sociales en Jalisco han constatado y denunciado estas prácticas y exigen un papel crítico y rector del gobierno del estado.
Sin demeritar la agenda ambiental del nuevo gobierno de Jalisco, dada la importancia que tiene sanear los ríos, defender los bosques, disminuir la huella de carbono, generar energías limpias y producir con estándares internacionales, nuestro estado puede, a partir de las líneas propuestas por el nuevo gobernador y en su cercanía a los empresarios, generar cambios al paradigma empresarial que resultarían ambientalmente inéditos. Hago votos para que no se desperdicie esta oportunidad educativo-ambiental.
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