Las nuevas administraciones, federal y estatal, han comenzado a desarrollar sus primeros trazos del camino que implicará el sexenio. En los dos casos y, particularmente, en lo relacionado con Jalisco, el inicio de administración es apenas incipiente y aún es demasiado temprano para comprender las líneas de política pública que se establecerán en la dinámica administrativa.
En ambos casos, los dos nuevos titulares vienen de formar parte de un esquema de un poderoso y beligerante método de organización política. En los dos casos se construyeron poderosas narrativas que se impusieron como modelos mediáticos de afianzamiento ideológico, pero sin una clara estructura de gobernanza surgida de una organización institucional que permitiera comprender las lógicas de funcionamiento del sistema.
Las polémicas y divergencias entre Jalisco y la Federación fueron muchas y diversas a lo largo del sexenio pasado y, la personalización respecto de las controversias fue encabezada por los dos líderes políticos y, al mismo tiempo, titulares ejecutivos, con lo que el desarrollo de un federalismo institucional pasó a un segundo plano, después de las controversias que los enfrentaron a lo largo del sexenio.
Durante la contingencia del Covid se trató de dos visiones diferentes para abordar la emergencia. El sistema educativo formó parte de otra profunda divergencia y, de forma adicional, el sistema de salud pública en la que Jalisco se separó del modelo establecido por la administración federal, con el resultado de una compleja incertidumbre para los pacientes que súbitamente se encontraron en un inescrutable laberinto administrativo.
Un recurrente tema de controversia lo constituyó la amenaza jalisciense de salir del pacto federal fiscal que, en su primer momento, no quedaba claro si el anterior gobernador proponía salir de la Federación. El tema de la distribución de recursos planteaba para el anterior gobernador un trato injusto para Jalisco en relación con las aportaciones del Estado a la Federación y un escaso recurso federal programado para la obra pública estatal. El tema se contuvo, políticamente, pero no se eliminó de la agenda del anterior gobernador. A pocas semanas del cambio de titulares en el Estado, el tema reapareció y quedó como una agenda impuesta al nuevo gobierno local.
El actual y vigente proyecto de distribución presupuestal federal presenta los mismos parámetros que generaron las diferencias entre los anteriores titulares. Los temas de agenda del nuevo gobernador, como las desapariciones forzadas, la seguridad en general, la obra pública y proyectos de infraestructura, se han replanteado a partir de nuevos parámetros de ejercicio, circunstancia que cambia, por el momento, la perspectiva de gobernanza.
El conflicto de Jalisco con el poder Legislativo y Ejecutivo federal se observa como un desafío en el que debatirán no dos estructuras de la Federación, sino como el enfrentamiento de dos fuerzas políticas. En efecto, no se trata de una línea de resolución institucional de un tema de reparto presupuestal, sino del asentamiento de posiciones políticas que no son coincidentes.
El fortalecimiento institucional deberá aparecer en algún momento, no solamente para afrontar los desafíos del futuro local, sino para abordar el escenario internacional que a partir del 20 enero, del año próximo, pesará mucho internamente.
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