Más allá de lo anecdótico de la filtración de la grabación del ex presidente del Poder Judicial Daniel Espinosa Licón, en la que admite el manoseo político y la corrupción en la administración de justicia en Jalisco, debemos prender las luces de alarma sobre las consecuencias de los actos que relata, porque lo que está de por medio es, solo por citar algunos puntos, la libertad de las personas que podrían ser inocentes, la tutela de menores de edad y, sobre todo, la impunidad.
En la grabación, que dura casi dos horas, hay dos historias que sirven para ejemplificar. En algún momento, Espinosa Licón se refiere a un juez a quien él salvó de ser cesado, para que pudiera jubilarse y hasta cobrar más de 2 millones de pesos de salarios caídos.
Espinosa Licón cuenta la historia refiriéndose a Jorge Luis, de Puerto Vallarta. Si revisamos las sanciones impuestas por el Consejo de la Judicatura, se refiere a Jorge Luis Solís Aranda, suspendido sin goce de sueldo por no vincular a proceso al jefe de recursos humanos de la policía de Puerto Vallarta, quien en junio de 2020 abusó sexualmente de una menor de edad. El argumento del juez fue que no se constituía el delito de corrupción de menores porque la niña “no sintió placer”.
Espinosa Licón cuenta que llamó al juez Jorge Luis “cuando el asunto que ustedes ya saben”, para decirle que era un caso en el que debía tener “cuidado”. El juez le contestó que ya le habían llamado y que iba a resolver conforme a derecho. El magistrado le reiteró: “sí amigo, usted es muy prudente, pero ese asunto trae jiribilla. Tenga cuidado”.
Cuando salió la resolución del juez Jorge Luis, la indicación, según el magistrado, era cesarlo, pero el juez lo llamó y le pidió ayuda porque ya podía jubilarse.
El mismo Espinosa Licón operó la jubilación. En el audio relata que convenció a los consejeros de la judicatura Tatiana Anaya e Iván Novia, mientras que los consejeros Claudia Rivera y José Luis Becerra se negaron. Presume que lo logró con tres votos.
Posteriormente el juez ganó el amparo para que le pagaran los salarios caídos del tiempo que estuvo suspendido. Espinosa Licón dijo que él convenció a los consejeros de la Judicatura para que le pagaran, asegurándoles: “ni es tu dinero ni es mi dinero. Déjalo, él ya ni depende de nosotros”. El juez ganó por ese concepto 2 millones de pesos y Daniel Espinosa asegura que le dijo: “chíngueselos, es su salario”.
La otra historia es de la jueza a la que se refiere como Jocelyn, a quien le pidió que, por órdenes del gobierno del estado dictara una resolución. La juez se negó a atender la petición y en cambio envió al magistrado un relato de los hechos, para que se diera cuenta que no era posible ceder.
Es por este caso que Espinosa Licón contó que llamó a David Bernal, abogado del ex gobernador Enrique Alfaro, para decirle “a ver David, esos hijos de la chingada que no mamen. Agarraron a un pendejo indigente y lo ponen como que el líder de la plaza”.
Para la mayoría de los ciudadanos, el Poder Judicial es una institución ajena. Pero debemos con estos dos casos darnos cuenta la importancia que tiene en la vida, el patrimonio y la libertad de las personas y, aunque parezca obvio, en la existencia de la justicia.
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