El 17 de diciembre de 1994 el Ayuntamiento de Guadalajara concesionó por 15 años el servicio de recolección, transferencia, transportación y disposición final de la basura a la empresa Caabsa Eagle. La firma del convenio la encabezó el alcalde concejal priísta Alberto Mora López. El acuerdo fue que el gobierno municipal pagaría 33 dólares por tonelada de basura que recogiera la compañía, con lo cual, presumían las autoridades, el servicio sería gratuito para los tapatíos. En realidad, era un sofisma, porque los habitantes lo estarían pagando a través de sus impuestos.
En esa década, para que la decisión final favoreciera a Caabsa transcurrieron más de dos años en los que 30 empresas se interesaron por hacerse cargo de la basura. Pero el problema principal no era tanto la recolección y transporte, sino el destino final de los desechos. Tonalá se había convertido en el basurero de Guadalajara, al enviarse los residuos a la llamada Planta Industrializadora Tonalá, en Los Laureles, y al basurero de Matatlán, que ya generaba problemas ecológicos que se fueron agravando.
En una repetición similar a la historia actual, la empresa Simon Waste Solution había ganado la licitación lanzada en 1993, pero por problemas internos dio marcha atrás a principios de 1994, lo que obligó a reponer el proceso. Para aprobar la concesión, en las negociaciones intervinieron el ayuntamiento y actores como el Consejo Metropolitano, el sindicato de los empleados del aseo público, la propia empresa y el Congreso del Estado, que autorizó la concesión.
Al día siguiente de la firma, el 18 de diciembre de 1994 la empresa Caabsa Eagle empezó a hacerse cargo del servicio. La Dirección General de Aseo Público del Ayuntamiento de Guadalajara fue entregada a la concesionaria. El gobierno municipal informó que, mientras estuvo a su cargo la responsabilidad del aseo, recolectaba hasta 2 mil 300 toneladas diarias de basura, mediante el trabajo de mil 176 empleados, de los que 800 se dedicaban a la recolección domiciliaria con 250 unidades compactadoras.
Hoy, 30 años después, el servicio de aseo público regresa al Ayuntamiento de Guadalajara. Caabsa Eagle, resultado de la fusión de la empresa mexicana Constructora Aboumrad Berho y la estadounidense Eagle Energy Incorporation, perdió el negocio que durante tres décadas le representaron millonarias ganancias, sin que mejorara el servicio, ni resolviera a fondo los graves problemas ambientales que generó, al incumplir normas en el manejo de los llamados rellenos sanitarios.
La empresa fue consentida por los sucesivos gobiernos municipales surgidos del PRI, PAN y Movimiento Ciudadano, como ocurrió cuando le aprobaron mayores pagos por la basura que recogía, le extendieron la concesión o facilitaron, como hizo en 2017 Enrique Alfaro, que adquiriera a bajo precio el terreno de la avenida Gobernador Curiel, cercano al Parque El Deán. Los alcaldes llegaron a cuestionar deficiencias en el servicio, pero por diversas, y hasta inexplicables y sospechosas razones, la continuaron solapando. Los problemas hicieron crisis. La empresa priorizó el negocio por encima del servicio público, señaló la alcaldesa tapatía, Verónica Delgadillo, quien aprovechó que se vencía la concesión para no renovarla. Hoy, la promesa y el desafío del gobierno municipal es que Guadalajara disfrute de un aseo público digno, eficiente y ecológico.
X: @SergioRenedDios
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