Estados Unidos es una oligarquía y hay datos duros que lo sustentan. Esto es por diseño, y hay evidencia histórica y documental que lo demuestra.
Los datos duros son el resultado de décadas de investigación por parte de Martin Gilens (Inequality and Democratic Resposiveness y Affluence and Influence), y la evidencia histórica y documental fue aportada por Bernard Manin (Los principios del gobierno representativo).
Gilens demuestra que el sistema político estadounidense solamente responde a los intereses de sus ciudadanos más adinerados mediante un análisis que emplea mil 781 preguntas acerca de qué cambios en políticas públicas les gustarían a los ciudadanos.
La conclusión del estudio es que, cuando las preferencias por un cambio de política pública difieren entre los ciudadanos pobres, los de clase media y los de clase alta, el gobierno de los Estados Unidos es marcadamente más responsivo a sus ciudadanos más adinerados.
El periodo que abarca este estudio es de 1981 a 2002, y desde entonces la desigualdad de ingreso en los Estados Unidos ha continuado creciendo, salvo en 2007 y 2022, por lo que es sensato afirmar que el problema no ha hecho más que exacerbarse.
Un síntoma de esto último es que las tres últimas elecciones presidenciales se disputaron entre multimillonarios. Hillary Clinton, Donald Trump, Joe Biden y Kamala Harris eran todos multimillonarios al momento de las elecciones presidenciales en las que fueron nominados por su respectivo partido, aunque solamente Donald Trump hizo su fortuna en el sector privado.
Hillary Clinton y su esposo eran notorios por dar pláticas y discursos por los que cobraban en promedio más de 200 mil dólares, y corporaciones, cabilderos y otros grupos de interés los “contrataron” tanto que la pareja amasó una fortuna de más de 150 millones de dólares en década y media en lo que solamente puede ser descrito como sobornos legalizados.
Y es que el mecanismo más claro mediante el cual magnates y empresas compran influencia en Estados Unidos es el soborno en todas sus formas estrictamente legales, la más famosa de las cuales es el cabildeo, pero existen muchas formas legales mediante las cuales vender y comprar influencia en el sistema político estadounidense. Otras son, por ejemplo, lanzar una campaña electoral, recaudar fondos y apropiarse de los que no fueran gastados en la contienda para enriquecerse personalmente.
Aunque los independentistas y constitucionalistas que fundaron los Estados Unidos de América no tuvieran pensado crear una plutocracia, Bernard Manin demuestra que les preocupaba mucho que hubiera una “tiranía de la mayoría”. Quizás deberían haberse preocupado más en evitar una tiranía de la minoría.
* Egresado de la Maestría en Ciencia Política de El Colegio de México
X: @ElTerribleIvan8
GR
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