Llegar a un acuerdo

2025-02-03 06:00:00

La mañana del lunes 3 de febrero se generó una llamada de negociación entre los gobiernos mexicano y estadounidense, 14 días después del inicio de la administración Trump en el vecino país del norte. Se estrenó así la batalla económica que inició el presidente Trump al cargar con 25 por ciento de aranceles a las importaciones, en este caso, mexicanas a partir del 1 de febrero, propiciando una zona muy compleja de inestabilidad comercial que, aunque en efecto también perjudicaría de manera sensible a la economía estadounidense, la secuela en la economía mexicana tendría consecuencias difíciles de manejar.

Otros países del mundo, entre ellos Canadá, padecieron igualmente el inicio de lo que los propios canadienses consideraron una “guerra económica”. A pesar de lo impactante, durante la campaña electoral y después, en el periodo de transición, el presidente Trump mantuvo la misma línea argumentativa que se perfilaba más consistente cuando dio a conocer la mayor parte de su gabinete. No tomando en cuenta la experiencia adquirida con su anterior presidencia, la colocación de esos elevados aranceles se consideró, en el espacio comercial y económico, como una línea que no se establecería. Finalmente, a 14 días de su mandato, puso en vigencia la presencia de aranceles a 25 por ciento.

El factor que fundamentó la inclusión de esta nueva zona arancelaria lo constituyó, para nuestro país, el movimiento migratorio y el tráfico de fentanilo. El componente propiamente de la zona de comercio y economías bilaterales no es el factor de disputa, sino la presión de las políticas migratorias y de control del narcotráfico que en el vecino país del norte se identifica como la producción que se lleva a cabo en otras fronteras, sin poner en la ecuación, el peso definitivo que tiene su impresionante y desbordado consumo local.

La reacción del gobierno mexicano ha sido correcta desde la perspectiva de contener un castigo arancelario de efectos complejos para la economía nacional en el corto, mediano y largo plazo, abriendo una zona de tregua de un mes sin la aplicación de los aranceles. El castigo hacia el gobierno mexicano implica, definitivamente, un cambio sustancial de la maraña que significó no entrar de forma decidida al cuestionamiento del diagnóstico de la presencia del crimen organizado.

Se terminó la política sexenal anterior, se trata de construir la nueva y se requiere habilidad, talento y persistencia, porque éste, a 20 días de mandato, se convierte en un primer “acuerdo”, aunque le restan cuatro años más a la actual administración estadounidense. Sin embargo, paralelamente, en la perspectiva local se perfila el difícil inicio de la actual administración, comenzando, por el momento, con la indescifrable e incierta forma que pueda tener la reforma judicial.

El gran reto se convierte en la construcción de un esquema eficiente de gobernanza local y de atención a la dimensión internacional. Ahora sí, el disparo de salida ya se marcó y la construcción de un esquema y sistema que abarque los dos escenarios de política local e internacional requieren elementos estratégicos en los que se verá, si se dispone de la voluntad, de desarrollar un sistema político institucional consistente o se privilegiará el control del poder como tema central.

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