Usan violencia para desaparecer a 1,248

2025-02-13 06:00:00

HASTA 2024. Las c�dulas de b�squeda analizadas en este trabajo representan apenas 24.35 por ciento de los 33 mil 145 casos oficiales de desapariciones y localizaciones de Jalisco.(Foto: Michelle V�zquez)

“Tía, ayúdame”, gritó un joven de 21 años que se encontraba en la puerta de su casa, ubicada en un municipio de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG), cuando se aproximaron dos hombres armados para llevárselo. Alertada por los gritos de su sobrino, ella se asomó a la calle y vio cómo lo subían a la fuerza a un vehículo. Sucedió a las 14:30 horas de un día de septiembre de 2023 y desde entonces sigue sin ser hallado.

Son mil 248 personas las que sufrieron una experiencia similar a la del joven desde 1998 en Jalisco: fueron privadas de su libertad en su casa, trabajo o colonia por un número variado de personas, casi cinco en promedio, y en los hechos hubo armas, golpes, amenazas o alguna otra forma de coacción. Casi todas desaparecieron a partir de 2020 y hasta diciembre de 2024, según una investigación hecha en conjunto con el académico de la Universidad de Guadalajara (UdeG) Jorge Ramírez Plascencia.

Para obtener los datos se consultó el resumen de hechos contenido en 8 mil 72 reportes de personas desaparecidas con cédula de búsqueda en poder de la Comisión de Búsqueda de Personas del Estado de Jalisco (Cobupej). La mayoría de las más de mil 200 víctimas continúa desaparecida, pues sólo 212 han sido localizadas, aunque 84 de ellas sin vida.

Pese a lo abultado de la cifra de personas desaparecidas con violencia, no son todas. Los reportes analizados se caracterizan porque hubo al menos un testigo de la privación de la libertad que informó de lo ocurrido para que la familia de la víctima pudiera generar un reporte oficial ante la Cobupej con datos sobre la mecánica violenta que produjo la desaparición y demandara la emisión de una cédula de búsqueda; no obstante, en el universo de más de 8 mil reportes con cédula oficial también se encontraron casos en los que no hay información sobre cómo se dio la desaparición, pues no hubo testigos.

Además, la cifra de cédulas de búsqueda analizada representa apenas 24.35 por ciento de los 33 mil 145 casos oficiales de desapariciones y localizaciones que contenía el Registro Estatal de Personas Desaparecidas (REPD) de Jalisco hasta el 31 de diciembre de 2024.

¿QUIÉNES SON LAS VÍCTIMAS?

Las víctimas identificadas son mayormente varones: de las mil 248 referidas, mil 117 son hombres y 131 mujeres. La edad mediana de ese universo es de 30 años para ambos sexos y la más repetida es 25 años, es decir, se trata de una población mayormente joven. El impacto mayor de las desapariciones violentas se observa entre las personas con edades entre 20 y 39 años.

Las desapariciones violentas se concentraron principalmente en municipios de la ZMG, pues acumularon 76.06 por ciento, pero en 72 de las 125 demarcaciones de Jalisco se registró al menos una ausencia de este tipo.

La región de los Altos Norte de Jalisco también tuvo una incidencia alta y en ella resaltaron los municipios de Lagos de Moreno, Encarnación de Díaz y San Juan de los Lagos. También destacaron Tepatitlán de Morelos, Atotonilco el Alto, San Miguel el Alto y Arandas, todos de los Altos Sur.

Prácticamente se trata de un corredor geográfico de desapariciones violentas que inicia en la capital de Jalisco y termina en los municipios colindantes con Aguascalientes, Guanajuato y Zacatecas.

Los reportes analizados cubren un arco temporal que va de 1998 a 2024. Pero a partir de 2021, pese al confinamiento parcial por la pandemia de Covid-19, los reportes se dispararon. Ese año hubo 197 desapariciones de este tipo y desde entonces siguieron en aumento hasta 2023, cuando registraron su pico máximo.

En promedio, en el periodo referido sucedió una desaparición violenta cada 1.40 días; sin embargo, en 70 días hubo al menos tres desapariciones violentas por cada uno.

El último cuatrimestre de 2024 mostró una caída en el número de reportes y alcanzó niveles no vistos desde 2018 o incluso 2016. Septiembre tuvo 10; octubre, ocho; noviembre, dos y diciembre, dos más.

¿QUÉ SUCEDIÓ CON LAS VÍCTIMAS?

De los mil 248 casos identificados, apenas 212 personas fueron localizadas, esto es, 17 por ciento. La baja localización es más notoria en las víctimas masculinas que en las femeninas, pues sólo 15.48 por ciento de hombres ha sido encontrado, mientras que en mujeres el indicador es de 30.53.

La mayoría de las personas fue desaparecida en eventos violentos focalizados en una sola persona de la que se emitió una cédula de búsqueda, aunque en 162 la privación de la libertad implicó más de una víctima, generalmente familiares y amigos.

Aunque de mil 87 hechos sólo hay cédula de una víctima, hay casos en los que se describe una desaparición múltiple, pero sin especificar si del resto de personas desaparecidas hay o no un reporte o denuncia oficial ante las autoridades.

Por ejemplo, el 5 de enero de 2022 varias personas armadas ingresaron a una vivienda en Tlajomulco de Zúñiga y se llevaron por la fuerza a un joven y a su padre, pero también privaron de la libertad a dos hombres que estaban con ellos. Se tiene cédula oficial de los dos primeros, pero no de los restantes.

Entre los casos identificados en esta investigación también se encontraron los de dos personas que sufrieron, cada una, dos eventos de privación de la libertad por sujetos armados en diferentes momentos.

El trabajo realizado también arrojó una reducción en las localizaciones en los años recientes. De las personas desaparecidas en 2020 se ha localizado a 27.8 por ciento; en cambio, de 2024 solo a 16.6 por ciento.

LA MECÁNICA DE LA AUSENCIA VIOLENTA

Uno de los patrones encontrados en las desapariciones violentas identificadas fue que en su mayoría se trató de actos donde participaron varios sujetos que portaban armas. Con base en dichos datos, hubo casi cinco personas armadas en promedio en los reportes analizados.

También se encontraron referencias a la posible participación de elementos de corporaciones policíacas en conjunto con grupos armados, ya que se hizo referencia a la presencia de patrullas, placas, uniformes o expresiones en donde se menciona que las personas agresoras pertenecen, por ejemplo, a la Fiscalía del Estado.

Las armas de fuego son el elemento articulador y conductor de la violencia desplegada por los individuos que participaron en casi todas las desapariciones identificadas, pues en 663 reportes se indicó su presencia en los hechos (generalmente una combinación de armas cortas y largas).

Asimismo, la mayoría de las desapariciones ocurrió en el domicilio particular de las víctimas, a unos metros de distancia de la vivienda o en la colonia de residencia. En las casas hubo irrupciones violentas.

En el proceso de la desaparición de una o varias personas con este modo de operación se identificó además que a menudo otros integrantes de la familia que están presentes son blanco de agresiones físicas o verbales e incluso del robo de sus pertenencias. De los mil 248 reportes analizados, en 161 se refirió que la víctima y/o algún familiar fue golpeado durante la privación de la libertad, a veces con las mismas armas de fuego (con la empuñadura de la pistola o el rifle), otras con objetos contundentes (palos, bates de béisbol, martillos) y, en la mayoría, con patadas y puñetazos.

Además, en 82 reportes se indicó que se accionaron armas de fuego. Hubo balazos al aire, agresiones contra las viviendas donde residían las víctimas y disparos directos contra las víctimas.

LOS TRASFONDOS

Las pistas encontradas en los casos revisados de desapariciones violentas llevan a trasfondos relacionados directamente con el crimen organizado, pero también a particulares.

Uno de los motivos más frecuentes tiene que ver con el mercado de las drogas ilegales: los responsables de las desapariciones buscaban a personas que presuntamente las tenían en su poder, se dedicaban a venderlas y/o las consumían. Más de 50 reportes contienen indicios en este sentido.

En los casos documentados también se encontraron desapariciones ligadas al robo y venta de combustibles o robo generalizado de pertenencias; a la comercialización forzada de ciertas marcas de cigarrillos, y a la operación ilegal de máquinas tragamonedas (conocidas como “maquinitas”) diseminadas en tiendas de abarrotes de la ZMG.

Otro motivo de las ausencias fue el posible reclutamiento forzado al desaparecer a cuadrillas completas de trabajadores, pero también hubo otras a raíz de informantes forzados, víctimas equivocadas, víctimas sustitutas, trata de personas, violencia vicaria, conflictos familiares o vecinales, percances viales y desapariciones por tratar de evitar la ausencia de algún familiar.

Las ausencias de este tipo crecieron en sexenio de Alfaro

En la pasada administración estatal de Jalisco (2018-2024) se recrudeció la violencia como medio para desaparecer personas.

De los mil 248 casos identificados, mil 96, es decir, 87.82 por ciento ocurrió en el periodo de diciembre de 2018 a diciembre de 2024, cuando gobernó Enrique Alfaro Ramírez.

Mientras este millar de jaliscienses era extraído por la fuerza de su domicilio, lugar de trabajo o vehículo, Alfaro Ramírez desestimó la crisis al afirmar que la mayoría de las personas desaparecidas se va de forma voluntaria. Incluso reafirmó esa postura en su último Informe de Seguridad, rendido el 4 de noviembre de 2024 y cuando dijo que 75 por ciento no era víctima de delito.

“En este año (2024) hemos visto muchos casos de denuncias por desaparición que generan una marcha, dos marchas o tres marchas, ataques, señalamientos y luego la persona desaparecida resulta que se había ido por su voluntad. Si no entendemos esto, insisto, si no tenemos claro el diagnóstico, nos vamos a equivocar siempre en la receta”, dijo al hablar de desapariciones.

Pese a discursos como el anterior, los datos analizados en esta investigación muestran una realidad distinta en la que la violencia en las desapariciones no es un hecho aislado, sino una constante en Jalisco. Lauro Rodríguez 

Juventud afectada

La edad mediana de las víctimas detectadas en esta investigación es de 30 años para ambos sexos y la más repetida es de 25 años.

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