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(Foto: Reuters)
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Una pálida victoria con el 28 o 29 por ciento de la votación en su favor fue anunciada sin alegría este domingo por la alianza demócrata cristiana en la Casa Konrad Adenauer de Berlín, luego de una votación masiva del 84 por ciento del electorado alemán.
El virtual próximo canciller de Alemania es Friedrich Merz, del partido Demócrata Cristiano, con su agrupación hermana, la Unión Social Cristiana de Bavaria, si logra formar gobierno a través de alianzas.
La otra cara de la medalla fue la euforia del equipo encabezado por Alice Weidel, del partido ultranacionalista de derecha Alternativa para Alemania (AfD), luego de aumentar casi el 100 por ciento de sus votos y lograr así el resultado más elevado para esa corriente desde la caída de Adolfo Hitler.
De esa manera, con el abierto apoyo del vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, y del asesor de Trump y hombre más rico del mundo, Elon Musk, la agrupación filonazi se ubica como la segunda fuerza política de Alemania, algo nunca visto desde el fin de la II Guerra Mundial.
El impacto de Alice Weidel como candidata de la administración Trump y su simpatía por Putin, no es menor en un país, Alemania, acostumbrado a vivir bajo la protección militar (y nuclear) de Estados Unidos desde el inicio de la Guerra Fría, y del gas barato de Rusia desde la caída del bloque soviético.
Otro resultado histórico, aunque por catastrófico, fue el obtenido por el Partido Socialdemócrata (SPD), pues jamás había bajado del 20 por ciento y el domingo se debatía entre el 16.3 y el 16.5 por ciento, de acuerdo con los sondeos a pie de urna de la televisión oficial.
Para formar gobierno se necesita la mayoría absoluta del total de asientos del parlamento federal alemán (Bundestag), compuesto por 630 diputados. Trescientos dieciséis es el número clave, y la Unión Demócrata Cristiana de Friedrich Merz sólo alcanzaría 196 escaños, seguido de la AfD con 141. Luego, los socialdemócratas con 113, los Verdes 84, la izquierda (que aumentó de 4.5 por ciento a casi nueve puntos, gracias al voto joven) 61 diputados, BSW (de ultraizquierda, igual de antiEuropa, antiinmigración y pro Putin que la ultraderecha) 34, y los liberales uno.
“Nunca hemos sido más fuertes”, dijo la candidata de AfD, Alice Weidel, que declaró su disposición a formar gobierno con los democratacristianos de Merz: “Aquí está la mano tendida”, dijo.
Friedrich Merz, en Berlín, reconoció “la magnitud de la tarea que ahora nos espera. Sé que no será fácil”.
Se dirigió a sus “competidores políticos” con quienes –dijo– “el objetivo principal es recrear lo más rápidamente posible un gobierno capaz de actuar en Alemania, con una buena mayoría parlamentaria… hablaremos entre nosotros y lo principal es crear un gobierno funcional en Alemania lo más rápidamente posible”.
La noche del sábado 22 de febrero, Merz declaró que “de ninguna manera hablaremos de conversaciones con AfD, y mucho menos de negociaciones, e incluso de participación en el gobierno”.
El fuerte de la votación del ultranacionalismo de AfD estuvo en lo que era Alemania del Este, es decir, la comunista, mientras la democracia cristiana se sostuvo, y aumentó ligeramente, con el apoyo de su bastión bávaro, donde ganó todos los distritos.
Un recorrido desde temprano por las calles de esta ciudad, de un millón 600 mil habitantes, constató la tranquilidad total de la población que antes de las campanadas de las 12 del día en la espectacular torre neogótica del Ayuntamiento de Múnich, en Marienplatz, ya llenaba las cervecerías y no se veían colores políticos, sino únicamente el rojo y blanco de las bufandas del Bayern Múnich que por la noche jugó, y goleó, al Eintracht Frankfurt.
GR
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