Vacilada

2025-02-23 06:00:00

El calendario escolar cambió en 1972. De un ciclo escolar que iba de enero a octubre se fue recorriendo un mes cada año hasta llegar al ciclo actual que es de septiembre a junio. Con el antiguo las llamadas “vacaciones grandes” eran en diciembre-enero y teníamos los últimos 10 días de mayo y septiembre como feriados intermedios.

Además de los puentes que hubiera en el año: 5 de febrero, 21 de marzo, jueves y viernes Santo, 1 y 5 de mayo, 15 y 16 de septiembre, 12 de octubre, 1, 2 y 20 de noviembre. Los días de Navidad y Año Nuevo quedaban dentro de las “vacaciones grandes”.

Logré superar los requisitos para acceder a la escuela Secundaria número 4 Moisés Sáenz. Pasé ahí tres magníficos años en los que viví grandes experiencias de vida, hubo éxitos y fracasos que dejaron importantes lecciones entre 1965 y 1967. Buenos resultados, materias reprobadas, visitas a la Dirección con suspensiones por imprudencias cometidas, y todas las cosas que se viven en la adolescencia.

Recuerdo que para conseguir la ficha para presentar el examen de ingreso a la Escuela Vocacional número 2 tuve que irme a dormir afuera del edificio, pues, como es habitual hasta la fecha, había más solicitantes que espacios disponibles. Aun así, apenas alcancé lugar. Los aspirantes para estudiar el bachillerato de ingeniería éramos numerosos y, lamentablemente, muchos quedaron fuera, por lo menos para el año que estaba por iniciar en enero de 1968.

Para todos los que estuvimos pernoctando fuera de la Voca 2, continuar nuestros estudios era lo más importante. De alguna manera estábamos conscientes de que sería muy difícil prosperar sin un título.

Treinta años después escuché al profesor Humberto Dávila Esquivel, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), decir repetidamente a todo aquel que quisiera escucharlo que la educación es el único medio seguro de movilidad social, es decir, con estudios se superan las barreras socioeconómicas.

Es por todo lo anterior que considero que los programas y planes de estudios del gobierno federal en los últimos siete años son todo, menos progresistas o humanistas, por mucho que, de la presidente para abajo, digan lo contrario.

Los integrantes de la llamada cuarta transformación hablan tanto sobre aquello del nuevo humanismo mexicano que parecen repetirlo como cantaleta para ver si se lo aprenden y se los creen; sin embargo, lo que han hecho con las instituciones educativas es convertirlas en centros de adoctrinamiento que pretenden imbuir en los jóvenes los dogmas de izquierda para agregarlos a la fanaticada de Morena.

Hace unos días escuché una declaración de Claudia Sheinbaum que señalaba: los aspirantes a estudiar el bachillerato en la Ciudad de México serán seleccionados no por medio de un examen para que sean los mejores alumnos quienes puedan estudiar, sino por lo que es ahora la panacea de la transformación de cuarta: una tómbola, considerando, además, una cuota de género.

Con ese panorama serán preparados los mexicanos del futuro, a menos, claro, que alguien meta el freno y se restituyan los programas de estudios como debe ser.

Así sea.

X: @benortegaruiz

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