Repercusi�n

2025-02-27 06:00:00

El niño sabía que era adoptado y en su casa, a decir de su papá en la Recomendación 03/2025 de la Comisión Estatal de Derechos Humanos Jalisco, todos lo trataban como un tema común.

El alumno de la Primaria Benito Juárez sufrió acoso escolar persistente por parte de compañeros y maestros tras revelar que era adoptado. La situación inició en cuarto grado, cuando una actividad escolar promovió que los menores compartieran sus sentimientos. Desde entonces, fue señalado y discriminado.

En quinto grado, el maestro Adolfo lo reprendía públicamente, lo insultaba y permitía que sus compañeros lo llamaran “adoptado” sin intervenir. En diversas ocasiones, la familia se acercó al docente y a la directora de la escuela, pero no obtuvieron apoyo. Incluso, cuando presentaron una queja formal en diciembre de 2022, minimizaron la situación.

El trato hostil continuó en sexto grado. La nueva maestra, Alejandra, confesó que recibió indicaciones de la directora para ser “muy dura” con el alumno. Con el tiempo, se percató de que el menor no era problemático, como se lo habían descrito.

El niño sufrió una baja en sus calificaciones y afectaciones emocionales, incluyendo la pérdida de cabello. Ante la falta de apoyo institucional, al final sus padres decidieron retirarlo de la escuela para evitar más daño.

En la recomendación citada se lee el testimonial del menor, del que comparto una parte: “En 5 grado me tocó un maestro que se llama Adolfo, que me trató muy mal y dejaba que los compañeros me dijeran cosas como adoptado y yo, me sentía triste. Un día el maestro me dijo cobarde y lloré. Le decía que mis compañeros me decían cosas y no hacía nada. Cuando pasé a 6 grado me tocó una maestra muy amable, el 19 de septiembre hicimos un simulacro y me quedé en el salón solo porque los niños dijeron que yo había corrido y no era cierto. Pido que. Me diga disculpas cara a cara o en el salón o que me lo quiten de maestro, para que no dañe a más niños y a la directora que ya la quiten (sic)...”.

La UNESCO, en el documento Safe to learn and thrive. Ending violence in and through education, publicado el año pasado, señala que la violencia psicológica contra un menor es el acto deliberado y no deseado, verbal y no verbal que puede manifestarse mediante acciones como la humillación, la intimidación y las amenazas, o el aislamiento, el rechazo, la ignorancia, la exclusión de un grupo, la difusión de rumores o los insultos, ya sea por parte de los compañeros o del personal de la escuela.

Personal de la CEDHJ acudió al salón del niño agredido y les preguntaron a los alumnos si recordaban a algún maestro que hubiera tratado mal a algún compañero o compañera, a lo que 18 estudiantes dijeron que sí y que era al niño aludido. Dijeron que le gritaba porque se portaba mal, además de que algunos compañeros le hacían burla por ser adoptado y el maestro no hacía nada.

La escuela es el segundo espacio donde, de pequeños, pasamos la mayor cantidad de tiempo. Si bien es condenable la actitud de los compañeros de la víctima, el deber de corregir, de enseñar, de educar es de los adultos. Los docentes fueron omisos, pero es peor que incluso hayan sido parte de las agresiones.

¿En qué lugar del camino a estos docentes se les perdió el amor por la enseñanza?

La vocación.

X: @perlavelasco

jl/I

 
Derechos reservados ® ntrguadalajara.com